Iceta es Travolta
Torra y su banda solotienen sitio a la sombra
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Iniciar sesiónHasta los menos espabilados del lugar sabían que la moción no prosperaría nunca, que nacía muerta y sin posibilidad alguna de ver la luz, que con la suma de los naranjitos y peperos las cuentas no salían nunca. Las cuentas de la moción. Frente estaban ... todos los soberanistas de variado pelaje y el socialismo ambiguo, tibio y simulador del señor Iceta. Tan tímido y acomplejado como el propio Iceta se ha mostrado siempre con los soberanistas. Iceta solo se ha presentado desenvuelto, liberado, fresco y gallardo cuando de echarse un bailecito en público se trataba, que eso lo borda. Esas cuentas de la moción estaban claras. Y no iba a salir adelante el empeño de Ciudadanos y de Lorena Roldán por ganar un partido que se le puso tan desagradable al bloque constitucionalista como los famosos ocho minutos del Sevilla en el Campo Nou, donde se mascó la tragedia de la manita. Pero las cuentas que sí salieron y de las que huyó como gremlin del agua el socialismo catalán es el de ir juntos, unidos y haciendo frente común al reino amarillento de Torra. Esas cuentas le salieron perfectamente cuadradas a ciudadanos y populares. Ahí los sumandos no daban lugar a dudas, a la equivocación. Fueron juntos contra quien trata y seguirá tratando destrozar una comunidad. De cargarse la España constitucional. Ya sea por lo civil o lo criminal. Ya sea pasándose por el arco del triunfo las leyes, ya sea disculpando a siete activistas que descubrían la pólvora para atentar contra el propio Parlamento catalán. Fue Iceta, con su abstención, el que rompió esa imagen de unidad que en estos momentos necesitan los catalanes y el resto de los españoles constitucionalistas. Mala pareja de baile escogió Iceta para la ocasión.
El principal argumento de Iceta para abstenerse en la moción de censura contra un tipo que coquetea con terroristas, que apoya golpes de Estado, que apesta a supremacista, que invade las playas con cruces amarillas y que hace ostentación de su deslealtad al Estado desde el mismo balcón de la Generalidad, fue que dicha moción era un acto electoral. ¿Un acto electoral, señor Iceta? ¿Acaso no estamos en periodo electoral? ¿Acaso su abstención, ese agarrarse al paraguas y mirar llover, no es un acto electoral para sobrevivir en una comunidad que necesita de compromisos y no de roneos impostados? Fue una ocasión la del lunes maravillosa para dejar perfectamente explicado a la nación y a la Europa absorta que nos contempla que Torra y su banda solo tienen sitio a la sombra. Vendrán, más pronto que tarde, días de guerrilla urbana en una Cataluña que, en las madrigueras de los activistas, han preparado un libro de estilo para la algarada urbana que no se lo salta un montonero. Ropas negras, máscaras, vinagre contra el gas pimienta, gafas de buceo y crispación callejera teniendo como modelo el made in Hong Kong. Esos días vendrán, servidos por las sentencias de los inculpados en el proceso, por los golpistas que no huyeron al reino dorado de Waterloo, ocasión que ni pintada para que el ambiguo Iceta insista en que todo es un acto electoral.
En su viaje por Andalucía, el escritor Somerset Maugham se topó en una alejada cortijada con un grupo de mujeres hoscas y enlutadas. Una de ellas solo sabía lamentarse por la suerte de su hijo, al que habían reclutado para la guerra de Cuba. En España aquella guerra solo interesaba a los familiares de los reclutados que no tenían dinero para librarlos de ir a luchar contra los mambises. El resto daba la impresión de que volcaba toda su interés sobre lo más cotidiano: toros, bailes y tertulias de café. No sé la razón por la que ese mismo sentimiento de despego y abulia me llega hoy del resto de España con lo que ocurre en Cataluña. ¿Realmente sabemos lo que está pasando allí? ¿Interesa a los españoles cómo se descuartiza la nación por una banda de carniceros que han transitado impunes comerciando con la carne mechá de sus despropósitos bajo la mirada connivente de los partidos constitucionalistas? Una buena ocasión de enseñarle a esos carniceros que sabemos lo que ocurre en el noreste y que el resto de españoles estamos con los constituyentes es haber marchado unidos a la moción contra Torra. Una vez más, el socialismo catalán se equivocó de pareja. Por muy Travolta que se crea el señor Iceta…
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