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PÁSALO

Ahora que aún perdura el recuerdo

Fue la banda sonora de nuestros padres, la causante de algunos ayes que el tiempo nos explicó

La actriz y cantante María Dolores Pradera, en una imagen de archivo ABC
Felix Machuca

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Ahora que aún perdura el recuerdo no quiero olvidarme del oro de su voz, ni de la alquimia de su garganta, ni de cómo nos contaba una canción, ni de sus formas, tan elegantes, de estar sobre un escenario. En vez de salir a actuar ... y desenvolverse entre las tablas como una gran artista, parecía que venía de una recepción real, con la donosura de sus poses, con la etiqueta de sus bonitas formas. Ya fuera con vestido de noche, negro y con bordados de plata al cuello, o enfundada en un poncho, a lo Atahualpa Yupanqui, era siempre la Gran Dama, la gran señora de los escenarios. Verla era recordar los tiempos de tus padres, por la música y por la letra, tiempos encapsulados en donde la memoria ya teje telarañas y que su voz, un láser de terciopelo, despejaba y actualizaba. Te hacía renacer como un rayo de luz solsticial sobre el rostro sacro del tiempo. Pertenecía a aquel mundo de nuestra infancia que alguna vez hizo suspirar a nuestra madre y cuyo suspiro se nos quedó grabado para siempre como un ay sin explicación. El tiempo suele explicarlo casi todo. Y hoy, cuando vuelves a escucharla, con sus Gemelos a la guitarra, el micro como aliado y la voz labrando sentimientos en la piedra de la evocación, sabes que se fue un símbolo de tu juventud y una leyenda de tus mayores. Cuyo panteón de irrevocables dioses compartió con voces que portaron coronas de diamantes y platino. Con voces como las de Alberto Cortez, Chavela Vargas, Marifé, Helenita Vargas, Jiménez Sandoval, Violeta Parra o Joan Báez.

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