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TRIBUNA ABIERTA

Resurrección y fragilidad humana

El sufrimiento, el dolor, los miedos e incluso el ansia ante la muerte laten en el ser humano como testimonio de la vulnerabilidad extrema de su vida

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Manuel Palma Ramírez

¿Qué descubrimiento podría ser considerado el primer signo de la civilización? Sin lugar a dudas, el fuego, el arado, la olla de barro, la piedra de moler u otros similares podrían ser de las primeras señales de humanidad. Sin embargo, la antropóloga Margaret Mead ... señaló que la primera huella de civilización fue un fémur fracturado y sanado. Para esta científica, la fractura de la pata de un animal implica su muerte; ante la imposibilidad de poder protegerse y alimentarse, se convierte en presa fácil para otros animales. Igual ocurre con las personas si no son cuidadas. Por ello, Mead pone de relieve cómo alguna persona se hizo cargo de proteger al herido, de llevarlo a un lugar seguro, proporcionándole alimentos y todos los cuidados que hubo requerido para su recuperación. Considerar las profundidades de la fragilidad permite encontrar la humanidad auténtica. El sufrimiento, el dolor, los miedos e incluso el ansia ante la muerte laten en el ser humano como testimonio de la vulnerabilidad extrema de su vida, desde que ve la luz de este mundo hasta el día en que «vuelva a la tierra, madre de todos» (Eclo 40,1). Ponerse ante la debilidad humana consiste, por lo tanto, antes de nada, en encontrarse con uno mismo, con el mismo yo atravesado por la herida. De esta manera, se afirma a un sujeto capaz y frágil, un cogito (por tomar el centro de la filosofía de Descartes, que tanto ha marcado la Modernidad) herido, cuya autonomía es la de un ser vulnerable.

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