quemar los días

Contrato menor, caza mayor

Lo mejor de todo es que casi siempre paga Europa: ¡larga vida a los fondos FEDER!

En la sociedad de lo inmediato, Netflix sustituye a los canales de televisión, los youtubers a los articulistas y whatsapp a las cartas de toda la vida. La administración, siempre tan ágil, también tiene su propia solución administrativa para estos tiempos de prisa: el contrato ... menor.

Se acabaron las tediosas licitaciones públicas plagadas de papeleo y burocracia. Ahora todo se resuelve a golpe de contrato menor. ¿Que tienes que montar un stand? Contrato menor. ¿Que necesitas asfaltar una calle? Contrato menor. ¿Que hay que organizar una jornada? Contrato menor.

El saneamiento público, las fachadas de los edificios municipales, las marquesinas con sus audaces anuncios contra la violencia de género o el maltrato infantil, están llenas de contratos menores. También las redes sociales, con communities pagados con contratos menores, que difunden de forma rutilante programas públicos de fomento de empleo sostenible. Los barrenderos, los pintores, los fontaneros, todos viven de contratos menores. El contrato menor es la unidad básica de lenguaje administrativo de los nuevos tiempos. La cosa es sencilla: menos de 18.000 con IVA incluido, contratación directa, adjudicación a dedo.

¿Quién necesita un enfoque a largo plazo? ¿Para qué proyectar iniciativas con un horizonte más ambicioso? Hay que pensar en lo inmediato: adecentar los bordillos, repavimentar la carretera del pueblo que está hecha un desastre, la reforma del parque infantil que las histéricas madres llevan tres años reclamando. Y así, de camino, ayudamos al primo del concejal o al cuñado del teniente de alcalde. ¡Contratos menores, contratos menores!

Hace ya demasiado tiempo que las administraciones aprietan a las empresas reduciendo cada vez más la viabilidad económica de los proyectos que licitan. Da igual la calidad del servicio: lo importante siempre es ir a precio. Allá tú, después, con las condiciones laborales que ofrezcas a tus empleados. El contrato menor sublima aún más esta apretura: el Ayuntamiento, el Instituto Andaluz, el Área de la Diputación de turno solo tiene 18.000 euros para gastar. ¿Te cuadra o no? Y no, la realidad es que nunca cuadra.

La jugada es redonda para las administraciones. Evidencian su austeridad presupuestaria. Y lo mejor de todo: casi siempre paga Europa. ¡Larga vida a los fondos FEDER! Nadie piensa en la degradación del servicio, en la merma de calidad, en la rebaja general que supone ofrecer por dos pesetas lo que antes costaba cinco duros. De camino, el tejido laboral se va empobreciendo, consolidando un ecosistema de profesionales absolutamente precarizados. Salvo, eso sí, los trabajadores de la administración.

Cómo me gusta el olor a contratos menores por la mañana. Ahora que se acercan elecciones municipales, se barrunta caza mayor.

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