tribuna abierta

¿Una burla del acento andaluz?

Como andaluz, no me he sentido 'ofendido', pero sí me ha apenado –como ciudadano– que semejantes energúmenos hayan recurrido –para hacer reír– a una retahíla de chillidos manidos, vulgares y soeces

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Antonio Narbona

Al cierre de la Semana Santa, en un programa de humor (¿) de la TV3 de Cataluña, una cómica, disfrazada de Virgen del Rocío, durante casi diez minutos, consiguió la carcajada continua de presentadores y telespectadores, con gritos sin pizca de 'gracia', como «que todo el ... mundo se vaya a tomar por culo» y expresiones del tipo «llevo 200 años sin catar varón», «está más caliente que el palo [de] un churrero» y otras lindezas que no quiero reproducir (pido disculpas por las que acabo de transcribir). Durante varios días, en los medios de comunicación de Andalucía (y de fuera de la región), columnistas de la prensa escrita y tertulianos de radio y televisión parecían competir a la hora de encontrar vocablos (ofensa, afrenta, injuria, escarnio, sarcasmo, ultraje …) con los que calificar (descalificar, más bien) la parodia burlesca, y para expresar su indignación y/o agravio. Como andaluz, no me he sentido 'ofendido', pero sí me ha apenado –como ciudadano– que semejantes energúmenos hayan recurrido –para hacer reír– a una retahíla ('rociá' o 'espurreo') de chillidos manidos, vulgares y soeces, que no encajan en ninguna de las clases de humor, concepto complejo e indefinible, pero que en todo caso requiere una dosis mínima de inteligencia. Quien oye algo parecido en privado, reacciona con rechazo, como ante cualquier grosera zafiedad. Tanto los que se han sentido 'agraviados' como, sobre todo, los que tienen fácil la risa, deberían reflexionar acerca de por qué, al ser eso mismo puesto públicamente en boca de un ser que muchos consideran 'divino', y en el que 'creen', tienen el efecto contrario. También sobre el hecho de que casi el mismo día, en una cadena no pública pero de alcance general, en el monólogo con que se inicia un programa de gran audiencia (desde luego, muy superior a la del espacio catalán), se ironizó sobre la Resurrección de Cristo (en resumen, se comentó que debía de haberla dilatado, y, en lugar de a los tres días, tendría que haber 'reaparecido' unas cuantas jornadas después, por lo mucho que había sufrido, y así, de paso los terrenales disfrutaríamos, no de una, sino de dos semanas de vacaciones), sin, que yo sepa, haya habido comentario alguno.

También ha molestado a no pocos andaluces, creyentes o no, la mofa de su 'acento' Quiero tranquilizarlos. No sólo porque no ofende quien quiere, sino porque ni las expresiones citadas (insisto en que las hay peores) ni la pronunciación impostada (hay palabras y secuencias incomprensibles, por 'inarticuladas') de la falsa 'virgen' tienen nada que ver con el habla andaluza, en la que se reconocen, no uno, sino muchos acentos. Llevo más de medio siglo intentando descubrir cómo es el español hablado en Andalucía, y puedo asegurar que ningún andaluz 'chilla' del modo en que lo hace la humorista, que, por cierto, ni siquiera 'aspira' la –s de egoísmo o individualismo.

De catetismo ha de tildarse la 'extrañeza' ante todo lo ajeno. Y no hace falta salir de Andalucía. Así ha de considerarse el que a algunos sevillanos 'chirríe' (incluso 'menosprecian') la abertura vocálica de los granadinos, y que a estos 'choque' el desuso por parte de los primeros del pronombre vosotros (sobre todo si no se respeta la concordancia del plural único ustedes con el verbo «¿uhtede también se vái?»). Y ninguno de los dejes (o 'tonillos') que se advierten al pasar de una localidad a otra, incluso dentro de la misma provincia, debería estimarse superior (ni inferior) a otro.

En lo que merece la pena fijarse, por lo que revela de la conducta idiomática –no de los andaluces, sino de todos los hablantes de cualquier lengua–, es en los cambios continuos de 'acento', para adaptarse, en mayor o menor medida, a otros rasgos de dicción, siempre que lo juzguen ventajoso y conveniente. Quien cambia de residencia de Australia a los Estados Unidos no suele tardar en despojarse de (o atenuar) ciertos rasgos, no siempre de manera consciente. Y ya he contado en alguna ocasión que, sin salir de Andalucía, empecé siendo ceceante, me pasé después al seseo, y he terminado no igualando sesión y cesión. Porque la inclinación a integrarse en cualquier grupo de la misma comunidad lingüística y el deseo de ser aceptado son universales, y aunque pese la voluntad de no ser objeto de burla, no es, ni mucho menos, la única razón para alterar el comportamiento social por antonomasia. Desde luego, burlarse de las diferencias revela el escalón siguiente a ser cateto.

Ningún oprobio puede causar una falsa remedadora de un inexistente acento andaluz. Las lamentables carcajadas vienen provocadas por lo que dice y por simular que sale de boca de un personaje sagrado ¿Sería o no distinta la reacción si algo así ocurriera, en portugués, con la Virgen de Fátima; en francés, con la de Lourdes; o con la de Czestochowa, en Polonia, tan 'morena' como la Mare de Déu de Montserrat?

Una sonrisa torcida y conmiserativa basta, porque ¿desde cuándo lograr 'impacto' mediático a costa de lo que sea ha de contemplarse como un éxito?

SOBRE EL AUTOR
Antonio Narbona

Catedrático emérito de la Universidad de Sevilla

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