PERDIGONES DE PLATA
Tres calaveras
Tras décadas disfrutando de una democracia consolidada hemos alcanzado, gracias a Sánchez, una degradación insospechada
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Iniciar sesiónLuys Santa Marina forma parte de la legión de los olvidados. Falangista de primera hora lucía en su camisa vieja tres calaveras bordadas. Una por cada condena a muerte. A principios de los treinta fundó y dirigió la revista literaria 'Azor' y ahí colaboraba Max Aub ... , el republicano que se exilió a Méjico. Pese a las diferencias ideológicas, mantuvieron siempre una relación que iba más allá de la mera cordialidad. No había muro que separase la amistad. Si hoy resulta imposible imaginar a uno de Vox y a otro de Sumar compartir páginas en una misma publicación, tampoco sería probable que sucediese los mismo entre un pepero y un sociata. Demasiada furia circulando entre los bandos. Acaso a ciertos personajes de antaño les unía el amor por la cultura, y como hoy andan casi todos justitos en materia cultural, dejan que el pensamiento sectario les ahogue hasta dejarles semblante de estreñimiento perpetuo.
Supongo que el ambiente de enfrentamientos rotundos me ha arrastrado hacia esta historia. ¿Cómo es posible que un falangista y un republicano pata negra se profesasen tanta admiración y cariño y en estos tiempos el garrotazo brota a la mínima? Tras décadas disfrutando de una democracia consolidada hemos alcanzado, gracias a Sánchez, una degradación insospechada. A Santa Marina le debemos una obra inclasificable, violenta, lírica, gore, bellísima: 'Tras el águila del César', prohibida por la República y por la Dictadura. Qué mérito, esa doble prohibición. En ella, mediante estampas que son fogonazos electrizantes, narra el desembarco de los legionarios para salvar Melilla cuando el desastre de Annual. Los legionarios no se andan con medias tintas y sus cirugías expeditivas quedan reflejadas en esas páginas. En el libro, a los musulmanes se les llama «mojamés». Luys Santa Marina vivió y murió en Barcelona bajo la bandera de la austeridad. Me pregunto, ahora que ya hay en aquella ciudad más «mojamés» que «arnaus», qué pensaría de este dato. Sin duda sonreiría. La inteligencia va acompañada por la ironía.
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