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Sala de máquinas

Un lector agradecido

Mirar el hueco de la estantería ocupado por Vargas Llosa es también mirar atrás, como a un álbum familiar, y agradecer tantas horas de placer, viajes y felicidad

Santa Bárbara bendita, según truene

Libelo de Quevedo contra Begoña

Julián Quirós

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Hoy pueden disfrutar en ABC de un puñado de firmas escogidas y privilegiadas que conocen a fondo la obra y la vida de Vargas Llosa, de Mario, porque con algunos gigantes nos permitimos la confianza de mencionarlos por su nombre de pila. Vargas, Vargas ... Llosa, Varguitas o Mario; según lo refieran los millones de lectores que sembró por el mundo, millones de personas cuyas vidas personales se vieron acompasadas por las historias que el arequipeño nos ha venido contando. Como aquel insoportable agosto playero bajo una sombrilla levantina aliviado por las peripecias de 'Pantaleón y las visitadoras'; o la semana en la que apenas dormimos tres o cuatro horas diarias porque 'La guerra del fin del mundo' absorbía noches y madrugadas; de 'Conversación en La Catedral' y 'La fiesta del Chivo' uno puede recordar qué hacía y dónde andaba cuando cayeron en nuestras manos. Mirar el hueco de la estantería ocupado por Vargas Llosa es también mirar atrás, como a un álbum familiar, y agradecer tantas horas de placer, viajes y felicidad.

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