Feijóo hace bien en intentarlo

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, también acudió a las consultas y comunicó a Su Majestad que está dispuesto a lograr la investidura. Citó la victoria de la candidata socialista en la elección de la mesa del Congreso, pese a saber que tanto Junts como ERC han dicho que se trata de actos políticos separados.

El jefe del Estado no se ha equivocado al elegir entre la certeza que le ha planteado Feijóo y la probabilidad que representa Sánchez. En un hecho inédito en la historia democrática, Felipe VI ha compartido sus consideraciones con los ciudadanos. Estas parten del hecho de que se ha convertido en costumbre que en todas las elecciones generales –salvo en la de 2015 en que Rajoy rehusó la encomienda– siempre se ha encargado formar gobierno al candidato del partido que más escaños ha obtenido. En las consultas realizadas, prosigue el Rey, «no se ha constatado, a día de hoy, la existencia de una mayoría suficiente para la investidura que, en su caso, hiciera decaer esta costumbre». Los 137 diputados del PP son una realidad concreta, mientras que los 178 que le votaron a Armengol y que Sánchez presume que volverá a tener, es un simple futurible. El que no puede estar pendiente de lo que haga el prófugo catalán es el Rey, quien ya tiene que hacer frente a la complicación que supone no haber oído directamente de Junts, ERC, Bildu y BNG cuáles son sus intenciones ya que estas fuerzas se han autoexcluido de las consultas, intentando hacer de menos a la Corona.

Sánchez se ha empeñado en extender la creencia de que el que ganó las elecciones el 23J en realidad las perdió y viceversa. Aunque proclamó su respeto hacia la decisión del Jefe del Estado, vaticinó que la investidura de Feijóo será «un esfuerzo inútil» y un mero «trámite de exhibición». «Solo hay una mayoría posible», dijo en referencia a su convicción de que podrá contentar a Puigdemont. Feijóo le recordó que mientras él se halla a cuatro diputados de la mayoría, Sánchez está a «una amnistía, un referéndum de independencia y la desigualdad de los españoles» de distancia. Además de las dificultades intrínsecas que plantean las demandas de los separatistas, estos saben que los pactos han erosionado su base electoral y no se quieren exponer a que en la Diada sus efigies sean quemadas. De ahí el interés por dilatar las negociaciones con el fin de alejarse del 11 de septiembre y del 1 de octubre, fechas señaladas en el calendario independentista.

Pese a los augurios de Sánchez, Feijóo hace bien en intentar la investidura y poner su talento en ello. Por una parte, porque pone en marcha el proceso de formación de gobierno que tasa los plazos e impone límites a los políticos; en segundo lugar, porque, como él mismo admitió, no puede dejar «huérfano» el deseo de cambio que manifestaron 11 millones de votantes, y en tercer lugar, porque las exigencias de los separatistas suponen retorcer el marco constitucional con unas consecuencias inciertas. Sánchez sabe que tiene un Tribunal Constitucional creado a la medida de sus ambiciones por lo que no titubea a la hora de señalarlo como árbitro a sabiendas de que en esta operación no puede ser más que su cómplice.