Taconeando
Pintan bastos en las derechas
Si no hay líneas rojas, a Feijóo le crecen los enanos y los Buxadés, que ya van imponiendo su gueto de pureza ideológica
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Iniciar sesiónSe critica mucho a la derecha moderada por sus pactos improvisados, pero luego resulta que todos quieren imitarla, porque la improvisación es sugestiva en sí misma. A estas alturas de los pactos y con las nuevas criaturas, Feijóo tiene las mejores cartas de la ... baraja española. Pintan bastos en las derechas, pero ese no es el mayor problema. Lo que llamaba la atención y nos llenaba de dudas de verano es suponer que tengamos que ponernos de acuerdo en todo. Y es cierto que en Valencia la boda va a quedar que ni en los Jerónimos. Quizás es una buena cosa que se pacte ahí donde hay proyecto de país, y en Valencia y Baleares los pactos dan como resultado una clara unidad de propósito para acabar con las subvenciones y los chiringuitos nacionalistas. Lo de Extremadura se entiende y se justifica mejor por los escasos votos que ha cosechado Vox, pero también hemos visto en Mérida a un Buxadé contestatario que solo ofrecía su catálogo de neuras antiliberales. La utilidad política, allá donde la haya, es bienvenida, pero esto no puede consumarse al margen de unos principios. Si no hay líneas rojas, a Feijóo le crecen los enanos y los Buxadés, que ya van imponiendo su gueto de pureza ideológica. La nueva criatura nacerá para julio y es la misma que ahora se viene gestando. Yo creo que lo que busca el votante es que ahí donde Vox sirva a la política útil, sea el socio preferente, pero sin grandes concesiones ideológicas.
El novelón/folletín/folletón que se ha generado sobre la violencia machista podría haberse quedado en pura guerrilla terminológica, pero ¡ay!, quien siembra vientos de discordia recoge tempestades de sangre. Harían bien los partidos en atar en corto a aquellos que, engrandecidos, siempre dan la nota desafinada. Detalles no menores como la elección de los mensajes y la terminología son la causa de que hoy pinten bastos en las derechas. El pueblo se cabrea más (se exalta) por la terminología de unas declaraciones malsonantes que por las leyes que favorecen a violadores. Por eso hay que abstenerse de fanatismos reales e irreales, y evitar las opiniones fuertes. Ocurre que si los políticos siguen generando debates psicóticos sobre la violencia contra las mujeres, tendrán que asumir las consecuencias políticas. Esta política de opiniones fuertes, sin profundidad ni matices, es lo que se lleva imponiendo en los últimos años y nos han acostumbrado a dialogar a golpe de bastonazos. Pero ya está bien. Estamos en ese momento paradójico en que los extremos desbarran por pendientes terminológicas y los agitadores condenan a los partidos al 'agit-prop' y a la irrelevancia del activismo 'polarisé'. Lo gracioso de la cosa activista es la cantidad de gente que se queda en paro cuando agotan los recursos perversos de la fuerza y la mentira. Al final, se trataba de hacer la política de derechas que pide la mayor parte de los españoles. Pero hacerla sencillamente, calladamente, funcionarialmente, sin arengas a lo Buxadé.
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