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Los malos presagios

ANTES solía decirse que un pesimista era un optimista bien informado, pero ahora tanto unos como otros ignoran por completo el alcance y la duración de la crisis, de tal modo que apenas se distinguen en el talante de la conjetura. Pesimismo y optimismo son ... hoy por hoy conceptos carentes de sentido, dos caras de la perplejidad, la desconfianza y el desconocimiento. Sea como fuere, ni siquiera los ingenuos o los autocomplacientes conceden a 2009 un mínimo maquillaje de esperanza. Los más cenizos opinan que la fase depresiva será «larga, dolorosa y cruel», como ha dicho el Nobel Paul Krugman, que es un optimista reconvertido, y los más entusiastas se aferran a la posibilidad de que el verano constituya un punto de inflexión a partir del cual comience una leve remontada. No hace falta decir en qué parte de la curva se encuentra Zapatero, del que ya no se sabe si es víctima de una patología de autoengaño o culpable de un intento de intoxicación moral masiva.

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