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El embudo

LOS políticos no son un bien de Estado, como dijo en cierta ocasión la esposa de un ministro felipista. Son servidores públicos, como los funcionarios, aunque con más responsabilidad y una representatividad directa que les obliga a dar ejemplo. La honestidad se les supone, y ... al que se le deja de suponer hay que expulsarlo de la política sin ambages ni rodeos. Pero además de ser honrados, sólo faltaría, han de mostrar la sensibilidad social suficiente para merecer confianza, y saber que su único privilegio admisible es el de tomar decisiones en nombre de los ciudadanos. No es poco, pero a menudo se ve que les parece insuficiente; atacados de vanidad y de falsa importancia se han dejado envolver por una alta consideración de sí mismos que les lleva a considerarse parte de una casta.

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