«Efecto mariposa»
DESPUÉS de saltar al primer plano de la actualidad a causa de la crisis financiera, Islandia vuelve a ser noticia con motivo de la súbita erupción de un volcán cuyos efectos han alterado sustancialmente el transporte aéreo en Europa. En efecto, las nubes de ceniza ... han provocado el colapso del espacio aéreo, con aeropuertos cerrados, vuelos suspendidos y miles de pasajeros en tierra, especialmente en el Reino Unido y en casi todos los países del norte del continente. Es lógico que las autoridades adopten medidas preventivas, puesto que existen antecedentes de grave riesgo y es mucho mejor evitar los peligros que se derivan de una causa de fuerza mayor cuyo control es muy difícil con los medios tecnológicos ordinarios, puesto que las partículas pueden dañar el funcionamiento de los motores. También en España se han visto afectadas miles de personas que tenían previsto volar a Londres o a otras capitales europeas y que esperan ahora que las autoridades y las compañías aéreas ofrezcan soluciones eficaces. Como es lógico, la situación genera pérdidas económicas notables, así como serias alteraciones en la vida social y laboral.
La globalización no sólo es una teoría más o menos ingeniosa, sino una realidad palpable en el mundo actual. Estamos ante un ejemplo práctico del famoso «efecto mariposa», en virtud del cual cualquier acontecimiento ocurrido en un punto concreto del planeta repercute de inmediato en todas partes. De hecho, las consecuencias de la erupción son más graves en otros países que en la propia Islandia. Es imprescindible que las normas jurídicas se ajusten a esta nueva realidad, mediante el reforzamiento de las regulaciones de alcance internacional y la adaptación de los contratos de transporte o de seguros a este tipo de situaciones. En este caso, la cooperación entre los Estados miembros de la UE debe producir resultados eficaces. Es llamativo también el hecho de que los países más desarrollados no estén libres de estas contingencias porque la naturaleza no entiende de fronteras artificiales, ni de soberanías exclusivas. En todo caso, la reacción de las autoridades ha sido razonable porque la seguridad debe ser el valor prioritario, siempre con la debida atención e información a los perjudicados.
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