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Una espera larga e innecesaria

La salida de Egea como secretario general del PP se daba por descontada, por más resistencia que ofreció. Ahora es Casado quien prolonga sin sentido la agonía de su propio relevo

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La renuncia de Teodoro García Egea como secretario general del PP se produjo ayer después de una resistencia numantina e inexplicable. No solo era prácticamente unánime el criterio de los miembros de la dirección del PP respecto a la inevitabilidad de su dimisión como antesala ... de la de Pablo Casado, sino que ayer se produjo una rebelión en regla contra él. Su resistencia a abandonar el cargo no tenía sentido alguno porque, por más unido que estuviese a Casado, fue el propio presidente del partido quien se lo exigió, y negarse a ello era insostenible. Todo el día de ayer fue una agonía sin explicación posible, a la espera de que fuese Casado quien anunciase su propia salida. Aún no lo ha hecho. Es razonable que quiera buscar con los barones del partido el modo de hallar una salida digna y organizada antes de que anuncie lo inevitable: la celebración de un inminente congreso extraordinario que cambie el rumbo de un partido cuya brújula ha quedado destrozada por los acontecimientos. Desde que por la mañana la dirigente Belén Hoyo, muy próxima a Casado, y después el portavoz nacional del partido, José Luis Martínez-Almeida, anunciasen públicamente que abandonaban sus cargos, la huida masiva se desarrolló en cascada. El grupo parlamentario en el Congreso dio por desautorizado a García Egea, y varios barones del partido, ya sí públicamente y a cara descubierta, incidieron en que la etapa de Casado debe concluir. Solo falta el diseño de la fórmula que formalice su salida definitiva para abrir una nueva etapa.

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