Cataluña, un pozo sin fondo

El Fondo de Liquidez Autonómica fue diseñado como un mecanismo provisional para una financiación puntual. Sin embargo, en el caso de la Generalitat se ha convertido en un grifo abierto constante, que además genera inevitables agravios con otras autonomías. Además, la Generalitat catalana no realiza una gestión tendente a reducir su gasto desbocado -que en lo identitario sigue siendo prioritario- o su endeudamiento. Y menos aún, a ganar en credibilidad financiera para evitar el estigma de ser considerada ‘bono basura’. Hoy, al cierre de 2021, ha recibido un total de 15.039 millones de los más de 37.000 repartidos entre el resto de autonomías. Castilla y León, Madrid o Galicia no han tenido que recurrir al FLA durante este año, y Andalucía, también regida por el PP, ha recibido algo más de 3.000 millones.

La financiación de Cataluña a través de los mercados es nula. Objetivamente, nadie salvo el Gobierno le presta dinero, y si lo hiciera tendría que ser a un interés muy alto. Más aún, Cataluña apenas reduce su deuda y siempre queda expuesta porque no devuelve el dinero prestado, ni siquiera al bajo interés que permite el FLA. Este fondo, que no deja de ser un auténtico rescate autonómico, se ha convertido en un privilegio más para el independentismo que Sánchez cultiva. La información que hoy revela ABC demuestra cómo a cada incremento exponencial de dinero destinado a Cataluña, prácticamente a fondo perdido, se complementa de inmediato con apoyos expresos de ERC, igual que antes ocurrió con Junts, a las iniciativas legislativas del PSOE y Podemos.

Somos un país en el que ha resultado muy útil el equilibrio financiero entre unas autonomías y otras, sostenidas en virtud de lógicos criterios de solidaridad interregional para evitar el peligro de una España a diecisiete velocidades. Sin embargo, el caso de Cataluña es paradigmático porque nunca debió ser una autonomía necesitada. Era la que más contribuía del PIB nacional, y ya ha sido sustituida por Madrid. Incluso muchos meses Andalucía crea ya más empresas que Cataluña. Si comprendiera que su gasto para financiar la propaganda independentista solo le sitúa en una espiral sistémica hacia un abismo financiero difícilmente reversible, tendría solución. Mientras tanto, la Generalitat solo se sostiene gracias a la riqueza que aportan otras autonomías de esa España que tanto odia.