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El plagio no es un debate de legal o ilegal. Ni siquiera de porcentajes. Es un debate de honestidad

La tesis doctoral de Pedro Sánchez en la biblioteca de la universidad Camilo José Cela EP
Ana I. Sánchez

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Cansado de que le citaran como autor de obras que no había escrito, el filósofo y médico griego Galeno decidió escribir el volumen «Sobre mis libros» para dejar claro qué creaciones eran realmente suyas y cuáles habían usado su nombre para obtener más difusión. Hablamos ... del siglo II y ya la deshonestidad intelectual estaba a la orden del día. Desde entonces, ha habido trifulcas históricas por plagio. Épica fue la confrontación entre el británico Newton y el alemán Leibniz acerca de quién había descubierto el cálculo infinitesimal, piedra angular de la física moderna. Y sonora fue la disputa entre el estadounidense Edison y el austríaco Tesla a cuenta de quién inventó la bombilla. Lo que sorprende es que siglos después de todo aquello, España adolezca aún de una regulación a nivel nacional que defina exactamente qué es el plagio y cuáles son las consecuencias. Y ello solo tiene una lamentable explicación: que el plagio no preocupa a la clase política y se tolera por una amplia parte de la población. Incluso hay quien ha dicho estos días que no hay nada ilegal en plagiar porque no es delito -puede serlo contra el autor y sus derechos pero ¿a quién le importa?-. Valiente modo de desviar la cuestión. El plagio no es un debate de legal o ilegal. Ni siquiera de porcentajes. Es un debate de honestidad.

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