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Autoridad en las aulas

ESPERANZA Aguirre confirmó ayer, en el debate de la Asamblea de Madrid, la aprobación de una futura Ley de Autoridad del Profesor. Es un paso en la buena dirección, porque la presidenta regional tiene razón cuando afirma que «no puede ser que un profesor esté ... la mayor parte de la clase mandando callar a los alumnos». En este sentido, es importante la medida prevista de convertir a los docentes de Primaria y Secundaria de los centros públicos en «autoridad pública», con el fin de que la disciplina retorne a las aulas, un planteamiento que coincide con las propuestas de Nicolas Sarkozy. Falta conocer la letra pequeña del proyecto, pero es indudable que Aguirre ha puesto el dedo en la llaga de una de las grandes preocupaciones de la comunidad escolar. Sería muy deseable conseguir para ello la implicación de las familias en las tareas de transmitir a niños y adolescentes el sentido de la responsabilidad imprescindible para desarrollar actitudes positivas en casa y en el colegio. En este ámbito, tal vez habría que buscar medidas complementarias al simple envío a los padres de las normas reguladoras del centro de enseñanza en que sus hijos cursan estudios. Reforzar la posición de los docentes con cargos directivos es también un enfoque adecuado siempre que ello implique una exigencia de ejercicio activo de la autoridad y de apoyo a los profesores que -a veces- se sienten aislados frente a los chantajes y amenazas de algunos «matones» que pretenden imponer la ley del más fuerte.

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