EL GOBIERNO DRON

Que Iceta se convierta en eurodiputado tiene una lectura positiva, pues implica el reemplazo de Maria Badia, conocida por haber secundado una carta junto a eurodiputados de CiU y ERC en la que pedía el amparo de la UE ante una posible intervención militar en una Cataluña independiente. No es de extrañar que, con esta tropa, la eterna aspirante a dirigir el PSOE, Carme Chacón, exija a sus compañeros catalanes que no le fastidien. Logró la de Esplugues que Pere Navarro recapacitara y, en lugar de promover la abstención, ordenara a sus diputados que votaran en contra de la Declaración de Soberanía, aunque la cuarta parte del grupo parlamentario no le hiciera caso.

Es lo que tiene hacer seguidismo de un independentismo en el que no se cree demasiado: que pierdes votos y legitimidad como líder, lo que aboca a tu partido a volar solo. Como los drones, esos vehículos aéreos no tripulados que utiliza Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo. Por mucho alarmismo que secundara en su día Maria Badia con aquella irrisoria carta, la auténtica amenaza que tiene Cataluña en esos momentos en la de un gobierno que también funciona como un drons, pues no está pilotado por su presidente, Artur Mas, sino que está teledirigido por ERC, la formación que da apoyo a CiU en esta legislatura, tanto en materia identitaria como económica. Es cierto, como dice el propio Mas, que en asuntos financieros, la UE manda en lo fundamental y eso no cambiaría en una Cataluña independiente dentro de Europa. Y si el problema es España, como dicen los nacionalistas, al mandatario catalán sólo le queda demostrar que realmente quiere dialogar con el presidente Mariano Rajoy, como reclaman los empresarios. No a hurtadillas, como defiende el número dos de su ejecutivo, Francesc Homs, sino con transparencia. Sólo los drones son silenciosos, no los gobiernos que saben lo que hacen.