MADRID
Pub crawl: una cura divertida para el viajero solitario
ABC profundiza en una opción que fomenta la sociabilidad en el ocio nocturno en la Capital
Jóvenes en una actividad del pub crawl
Noche fría, de las que el invierno tampoco ha dado muchas en un Madrid que tendía -hasta el martes- a la primavera. Nueve de la noche en el centro de Madrid y en los alrededores de la Plaza de Santa Ana, la Iglesia del Santo ... Cristo del Olivar abierta, con sus puertas que evocan un raro grafiti bíblico. Y justo al lado, en el Hostal Cats de la Calle de Cañizares, jóvenes devorando pizza con unas sonrisas foráneas, quizá por olvidar momentáneamente lo de Ucrania ya que ellos, europeos mayormente, están de viaje; del primer viaje de sus vidas. Es la previa del pub crawl madrileño, que es una suerte de ruta guiada de bares para que la noche de ocio esté organizada. Pastoreada por calles que pudieron ser las de 'Luces de bohemia'. Y para gente que no se conozca acabe haciendo piña.
Entramos al hostal, inicio del recorrido, y a la vera de un futbolín con gradas, Héctor Gutiérrez y Claudia Álvarez , actores y guías del pub crawl, van disfrazados de la serie esa de 'El juego del calamar', reuniendo al personal y bajando los a la cueva del edificio, donde no es difícil imaginarse a Los Beatles. O a Los Sírex.
Héctor y Claudia preparan actividades previas, «dinámicas de grupo» que dirían los pedagogos, para todo aquel viajero que quiera una noche guiada por el Madrid nocherniego del que tanto hablan las revistas de los aviones y los franceses, que 'se bebieron aquí' su confinamiento. La cuestión es que Héctor y Claudia disfrutan con su trabajo: principalmente porque «conocen gente que está dispuesta a recibirte». También porque procuran amistades entre desconocidos de todas partes del mundo ahora que más o menos se puede viajar.
Taller de sangría
Estamos en la ruta más antigua por los bares de Madrid, pilotada por Stefan , Denisse y José , empresarios turísticos que saben que Madrid es más Madrid cuando es de noche. Confiesan que la idea del pub crawl es muy fácil pero exitosa: juntar a gente, llevarla de ruta con actividades más o menos cachondas, y que surja el amor y la amistad, que suele ser más o menos la querencia del viajero solitario que llega al 'Hostel' con su trolley y una guía con La Cibeles en la cubierta.
Las actividades son variopintas: desde el juego vasco de la soga y el que pierde bebe (o no), hasta algún «workshop de sangría». Y así italianos como Luca, con un jersey a rayas, se van animando e intimando con neoyorquinos como Ashwin o Adil , neoyorquinos de origen pakistaní. O Sander , peruano, para quien a pesar de actividades como éstas, «la noche madrileña es muy corta». En resumen, insistimos, el pub crawl consiste en guiar a desconocidos entre sí, con juegos previos con cerveza, y después un paseo con chupitos por tres bares y una discoteca; por negocios que varían dependiendo de la noche, de la idiosincrasia de la gente que participe en la actividad y de demás condicionantes que apelen a la amistad. Aunque lo llamativo, claro, son esos juegos previos. Hay que pensar en un australiano aprendiendo la esencia de la sangría o un juego, el 'beerpong', que es un tenis de mesa sin raquetas con un tablero homologado, con el oso y el madroño serigrafiado, donde el que gana la partida le da un buche a la cerveza.
Denisse, Stefan y José (farmacéutico de formación) insisten en que todo tiene la motivación de que ningún viajero se sienta solo en otras latitudes. Por eso fundaron la empresa 'The PubCrawl company SL' y llegaron a organizar aquellas famosas fiestas del Palacio de Gaviria. De hecho, ellos tienen la exclusividad de llevar estas rutas en los albergues más jóvenes de la ciudad, para un público entre 18 y 99 años.
La noche avanza, entre juegos y el techno que va pinchando con mascarilla Lucía Diez . Pero la mascarilla no es excusa para la diversión. Ya se van formando grupos improvisados entre los 35 que recorrerán la noche de Madrid y que luego se harán, si encarta, una fotografía en la Plaza de Santa Ana junto, quizá, la estatua de Federico García Lorca . Y hay un madrileño que repite en esto del pub crawl. Es Diego García, 27 años, y que cuando no tiene plan se viene a aprender inglés y a conocer gente entre chupitos. Los guías avisan de mantener a la vista las pertenencias mientras el viernes da paso al sábado y sigue la ruta de bares con el agradecimiento del sector.