Vídeo: Un zoo alemán veja a sus 44 chimpancés

La Unión Europea ha admitido a trámite la denuncia interpuesta por Proyecto Gran Simio en relación al zoológico Schwaben Park , situado en el bosque Welzheimer (a unos 45 minutos al nordeste de Stuttgart, Alemania), al que acusó, en octubre, de maltratar y vejar a 44 chimpancés.

«A los más jóvenes y mansos, los utilizan en espectáculos circenses vergonzosos y denigrantes; forzándoles a realizar acrobacias y acciones impropias de su especie: los visten con ropa humana y los muestran al público como simples objetos de risa; en lugar de respetarlos como seres inteligentes y en peligro de extinción. Su especie se encuadra dentro de nuestra propia familia y su linaje, al igual que el nuestro, procede de un mismo ancestro común», ha declarado Pedro Pozas Terrados, director ejecutivo de PGS-España.

Los comportamientos observados en los chimpancés del zoológico Schwaben Park son «anormales», fruto del hacinamiento, el estrés y una dieta deficiente: comen sus propias heces; regurgitan alimentos para la reingestión; se autolesionan (se muerden, se arrancan el pelo). Su estado físico, subraya PGS, constata la falta de atención veterinaria. Y la posición corporal encorvada que adoptan o los golpes que con la espalda inflingen a la pared denotan un claro «síntoma de depresión y de enfermos mentales».

A las hembras de este parque privado alemán «se les separa de sus hijos recién nacidos para que conciban de nuevo».

La explotación sexual de las hembras de orangután supone una práctica común en algunos países de Asia (como Indonesia, Tailandia y China). La veterinaria Karmele Llano, dedicada al cuidado de estos grandes simios en Borneo, consiguió, tras mucho esfuerzo, la liberación en febrero de Pony.

Pony es una orangután hembra de 12 años de edad que la española encontró encadenada a una cama en un prostíbulo de Borneocentral, un pueblo de la provincia indonesia de Keremgpatngi. «Se ofrecía depilada por completo, lavada, perfumada y con los labios pintados a los clientes, por lo general, trabajadores de las empresas madereras y de las plantaciones de aceite de palma que, también, se dedican a deforestar el hábitat natural de esta especie», recuerda en un artículo Elisa García Gómez, delegada de PGS en Castilla y León.