De ruta con Polestar 2: Un viaje en el tiempo

La ruta elegida es muy sencilla, un primer tramo por autopista entre Madrid y Salamanca. Un tramo de 215 kilómetros sin ninguna complicación a la hora de conducir. Largas rectas y firme perfecto. Ajustamos la velocidad a 120 kilómetros y dejamos que el coche nos lleve. Una decisión que se traduce en una corrección en el consumo que nos deja en Salamanca con una reserva del 23% de carga en la batería.

El Polestar 2 está disponible con tres versiones eléctricas diferentes. El más potente es el que nos hemos llevado de viaje. Monta dos motores de 408 CV con una batería de 78 kWh. En este tiempo invernal se agradece tanto el techo de cristal que da más luz al habitáculo, como la calefacción en volante y asientos.

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Salamanca es una ciudad en la que se ha preservado el centro como si de un parque temático se tratara. Algo que los turistas agradecen al no tener que pelear con los vehículos en el centro histórico. Durante el trayecto por autovía aprovechamos al máximo la tecnología de Polestar, especialmente el control de crucero adaptativo, pero es en el tránsito de búsqueda del párking en el centro de la ciudad, por calles estrechas y reviradas, donde se agradece la cámara de visión envolvente de 360 grados y los sensores de aparcamiento. En el paseo por el casco urbano, el diseño exterior del Polestar2, con sus líneas sobrias propias del estilo nórdico, capta la mirada de los peatones.

Antes de emprender el viaje ya habíamos reservado un punto de recarga con el que calmar la ansiedad. Seis horas con el coche aparcado, mientras las celdas de la batería se llenan de energía, permiten dar buena cuenta de una ciudad monumental que es patrimonio de la humanidad.

Salamanca tiene visitas obligadas: la plaza Mayor, la Universidad Pontificia, la Casa de las Conchas, las dos catedrales -la vieja, del siglo XII, y la nueva del XVI-. Un rincón que sorprende es el huerto de Calixto y Melibea. Y hay que pararse frente a la fachada de la Universidad de Salamanca a buscar la rana en la calavera.

Entre medias, la capital charra ofrece mil rincones cargados de leyenda donde entretenerse a tomar un aperitivo, como en la plaza del monumento a Unamuno en la calle Bordadores, donde hay varias terrazas frente a la casa denominada de Las Muertes. Otro rincón de obligada visita es la Cueva de Salamanca donde, según la tradición popular, impartía clase el Diablo.

Recogemos el Polestar 2 con una carga del 100% que se traduce en una autonomía de 400 kilómetros. La vuelta la hacemos por carreteras comarcales por la provincia de Salamanca camino de Ávila. Por delante 262 kilómetros atravesando Alba de Tormes, Piedrahíta, Ávila, Las Navas del Marqués y El Escorial. Un trazado en el que la montaña está bastante presente en algunos tramos, en los que la fuerte pendiente de descenso permite recuperar carga en la batería.

Un viaje eléctrico al pasado a una ciudad cargada de historia. Un trayecto limpio, sin contaminar y que sirve para espantar los miedos a quedarse tirado por ir en un modelo eléctrico. El Polestar 2 da respuesta sobrada en todos los aspectos, pero especialmente en comodidad y comportamiento dinámico.