Madrid 2020: «Mai tailor is rich»
Los entresijos de los intensos ensayos de la delegación española, al descubierto
david gistau
En el hotel City Tower, hay tal concentración de personalidades españolas, que la puerta del ascensor, al abrirse, siempre descubre una sorpresa . Se oye «¡Ding!», y aparece un ministro en shorts que viene del gimnasio, o un pívot de más de dos metros, ... o un locutor de ustedes, o un tenista mítico, o una vieja gloria del olimpismo que antaño posó mordiendo una medalla, como es de rigor. Casi basta con permanecer dentro de un ascensor el tiempo adecuado para conseguir material de crónica.
Tanta cercanía no carece de ciertas tensiones más o menos soterradas. Pese al mensaje oficialista de cohesión, la candidatura de Madrid está llena de susceptibilidades en continua colisión. El antagonismo más fuerte es el que dirimen la alcaldía y Alejandro Blanco, «que va de Sebastian Coe». Se ha propagado el rumor de que, cuando le cedió el bastón de mando, Gallardón dijo a Ana Botella que, por encima de otros, heredaba dos grandes problemas : «La deuda y Alejandro Blanco», a quien había sido desviada una enorme cuota de poder en la candidatura que la alcaldía jamás recuperó.
El folletín de enredo protagonizado muy discretamente por las diferentes partes institucionales adquiere categoría de maledicencia en lo que se va filtrando de los ensayos. Dos figuras salen bien libradas, por su solvencia y su voluntad de ayuda, en todos los comentarios: el Príncipe y Pau Gasol , quien, por cierto, fue el único orador con personalidad suficiente como para rechazar un discurso prefabricado y exigir otro con el que sentirse más natural. Por debajo de ellos, hay un tiroteo. Que si Alejandro Blanco es tan desesperadamente torpe pronunciando el inglés que en su discurso va especificada la fonética de las palabras, y «esto va a ser como lo de Almodóvar con el Oscar». Que si fue rechazada la posibilidad de que la alcaldesa y el presidente de la Comunidad pronunciaran un discurso conjunto «porque iban a parecer los Pimpinela». Al parecer, la tradicional f alta de ductilidad española para pronunciar el idioma inglés es lo que más está desesperando a los gurús del «coaching», que, por lo demás, tienen los discursos bien trabados.
En la rueda de prensa matinal, cuando Alejandro Blanco dijo que la candidatura se había dejado la vida, lo que sugirió es que ya poco queda por hacer , salvo resignarse a un destino antojadizo. El trabajo de zapa con el que se pretende capturar voluntades prosigue, sin embargo, y es ahí donde se está vaciando el Príncipe, quien, según testimonio de alguien cercano, es más optimista ahora que cuando llegó a Buenos Aires . El entorno del Príncipe está imbuido de responsabilidad, como si los juegos, la primera gran noticia buena recibida en mucho tiempo por un país deprimido, pudiera ser un punto de inflexión que acabara incluso con el hábito psicológico de la mortificación a la española . Precisamente porque a la noticia de los Juegos se le está encomendando semejante poder catalizador, cada vez son más los que confiesan preocupación por la ausencia de un discurso político alternativo si hoy fracasa el proyecto. A partir del lunes, España sería el gran guateque del auto-odio y el complejo de poquedad, terrible el acento al decir «mai tailor is rich».
Madrid 2020: «Mai tailor is rich»
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