La videovigilancia blinda Lavapiés con 48 cámaras y llega por primera vez al Rastro

La asociación Hetaira llevó a los tribunales la iniciativa del Consistorio madrileño en marzo de 2008, al poco tiempo de entrar en vigor: el 25 de febrero de ese año. «Vulnera y quebranta el derecho a la intimidad de estas mujeres y de los vecinos de la zona», indicaba.

El TSJM admitió a trámite el recurso de la entidad y requirió al Ayuntamiento contra «ese gran ojo indiscreto que acosa a las meretrices», subraya Cristina Garaizábal, portavoz del colectivo. Sin embargo, ahora, la asociación ha desistido. ¿La interpretación? Distinta, según las partes. Así, el Ayuntamiento considera que ha ganado la batalla a Hetaira y que «la entidad se ha encontrado sin argumentos, quizá porque daba por perdido el caso». Las prostitutas, por el contrario, insisten en que «la única razón es un problema económico. Dependemos de las subvenciones y al carecer de ellas no podíamos seguir pagando a nuestros abogados -indicó Garaizabal-. Seguimos pensando igual que el primer día y que las cámaras rayan la inconstitucionalidad».

Ahora, le llega el turno a Lavapiés. La idea inicial de la Concejalía de Seguridad, que dirige Pedro Calvo, era instalar las cámaras en un perímetro inferior, muy ceñido al barrio en sí; sin embargo, ese perímetro ha sido ampliado en los últimos meses, principalmente, por petición vecinal.

Carteristas

De esta manera, el sistema comprenderá calles dentro de la zona de Tirso de Molina, la glorieta de Embajadores, la Ribera de Curtidores y la calle de Santa Ana. Zonas muy sensibles del propio Lavapiés, pero también de sus áreas adyacentes estarán bajo la mirada de las cámaras. Por ejemplo, se controlarán las «kundas» que salen de la glorieta de Embajadores hacia los hipermercados de la droga de las afueras; también será vigilada la zona del Rastro, donde los carteristas hacen de las suyas, y un área muy específica, como Tirso de Molina, donde se han hecho fuerte los colectivos antisistema, muchos de ellos, de gran violencia.

A todo ello hay que sumar el día a día en el barrio: trapicheo de drogas, reyertas, homicidios, robos, y enfrentamientos entre las comunidades marroquíes y china.

Además, a diferencia del sistema instalado en la Plaza Mayor, en Montera o el entorno de la plaza de la Luna, las 48 cámaras serán del denominado modelo Domos, que se caracterizan por tener una visión periférica de 360 grados, gracias a que pueden ser controladas desde un centro policial y moverse de un ángulo a otro, haciendo un barrido en cada zona.

Crímenes y reyertas

La delincuencia en Lavapiés, según los datos que maneja la Policía Municipal, triplica la media del distrito de Centro. En octubre pasado, hubo 700 delitos y faltas; en noviembre, 800; en diciembre, 770, y en enero, 820. En cuanto al número general de incidencias que son atendidas por la Policía Municipal, la ratio de Lavapiés es de 41 por 1.000 habitantes, cuando la media de la capital es de 25, indicaron las fuentes consultadas.

Calles como la de Amparo -donde se produjo un crimen cometido por bandas latinas-, la de Miguel Servet -allí, un joven magrebí de 23 años sufrió una puñalada en el abdomen en la puerta de un locutorio- o la de Lavapiés -donde el trasiego de gente vendiendo droga es una constante- serán ahora más seguras.