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De Octavio Aceves a Sandro Rey: ¿son éticos los programas de videntes en televisión?

Internet y sus disparatadas puestas en escena han hecho de estos formatos la nueva sensación

De Octavio Aceves a Sandro Rey: ¿son éticos los programas de videntes en televisión?

Juanma Fernández

España, años setenta. Es noche cerrada y el pequeño Sandro duerme. De repente, se despierta sudoroso, no sabe por qué y cuando su vista se aclara, ve a su bisabuela ciega, fallecida hace unos años, a los pies de su cama. «Llamé a mis padres asustado y tuve que dormir con ellos varias noches porque tenía miedo», explica el popular vidente Sandro Rey , al recordar la primera vez en la que entendió que era una persona con unas capacidades distintas al resto. «Descubres una parte extrasensorial que te diferencia de los demás», afirma.

Actualmente, él es el personaje más popular de todos aquellos que cada madrugada se ponen ante una cámara para aventurar el futuro de los telespectadores. Entiende que su trabajo ofrece «solución a muchos problemas» y también espectáculo: «Saco mi parte artística en el plató». Más famoso por su forma de hacer las cosas que por sus predicciones, sus apariciones dieron un salto cuantitativo el día que decidió utilizar una suerte de «gafas radiónicas». Muchos entendieron el momento como un absurdo, pero él defiende ese instante de «videncia extrema»: «Las inventó un científico para poner los dos hemisferios del cerebro en equilibrio».

Octavio Aceves , referente de la vieja escuela en la videncia televisiva, opina que ahora el nivel es «muy bajo» e incluso «un timo». «No estoy en televisión por decisión propia; gano menos pero tengo mejor moral», afirma. «Yo he trabajado para Ana Rosa Quintana, María Teresa Campos... e inventé el formato en España», explica decidido.

No es el único que opina así. Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación ( AUC ), señala que este tipo de programas son «fraudulentos» al no creer que lo que ofrecen sea cierto. «Existen, sobre todo ahora, porque sirven como sustento a muchas televisiones ilegales que han surgido tras el nacimiento de la TDT», aclara. También se detiene en la forma que tienen de generar ganancias: «Son contenidos de tarificación adicional y, en ese sentido, no suelen dar la información adecuada, ni son excesivamente claros a la hora de explicar las condiciones del servicio».

Sin embargo, no toda la oferta de videncia televisada que se emite alcanza las cotas de espectáculo que ofrece Sandro Rey. Silvia Raposo , otro de los referentes en este momento, aclara que cada uno «elige su camino en función de lo que queremos conseguir». Dicho esto, ella no duda: «Ese no es el mío». Raposo percibió que tenía capacidades «sobre todo en la pubertad»: «Hablaba con toda naturalidad de cosas que no habían ocurrido todavía».

Tanto ella como Sandro, a pesar de aparecer de madrugada y en canales muchas veces secundarios, gozan de cierta popularidad, que perciben cuando salen a la calle. «Creo que es porque soy sencillo y cercano; todo el mundo me trata con respeto», matiza Sandro, que se muestra molesto con las burlas que recaen sobre él. «Que me imiten en otros programas es un honor, pero no veo coherente que se burlen de mí», añade. Dice esto a raíz del fenómeno «Andro Rey», personaje inventado por Andreu Buenafuente y Berto Romero, que está superando incluso las cotas de popularidad del auténtico vidente. «Me explotan como producto y exprimen la parte comercial de mi imagen al cien por cien; me parece patético», declara muy serio. Y más ahora, que ha anunciado su entrada en el mundo de la música: «La semana que viene empiezo a grabar».

La Academia de Televisión reconoce no tener una opinión definida sobre este tipo de formatos. En el manifiesto que la Junta Directiva hizo público en 2011, al que nos remiten las fuentes consultadas por ABC, se apuesta en todo momento por una televisión de contenidos responsables y rigurosos: «Los operadores del mercado español, tanto públicos como privados, en este nuevo tiempo de responsabilidad social corporativa, deberían incluir entre sus directrices empresariales mecanismos de respuesta y explicación ante los ciudadanos», señala una parte del citado texto. Precisamente es una de las quejas que pone sobre la mesa Alejandro Perales, ya que, a la citada falta de transparencia de estos programas, el experto añade que «detrás de esa broma, se mueven grandes cantidades de dinero que se extrae al ciudadano».

Broma o realidad, el formato goza de buena salud gracias a sus personajes y, cómo no, a la influencia de las redes sociales y del perenne YouTube. Entre ellos, los protagonistas, Sandro apuesta por la cordialidad y no quiere entrar al trapo de lo que dice Aceves: «Siempre le he tenido admiración y no entiendo por qué entre compañeros tienen que existir estas diferencias». Entre estrellas, no todo es ego.

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