Cuál es la mejor hora para comprar un décimo de Navidad en Doña Manolita

«A ninguna», es la primera respuesta de Javier y Edwin, dos jóvenes trabajadores que venden billetes en Doña Manolita. Javier despacha por la mañana y Edwin en turno de tarde. «Siempre está así, en julio empieza y ahora ya hay cerca de una hora de cola», aseguran.

El pasado Día de Todos los Santos afrontaron esperas de hasta tres horas, y aún falta mes y medio para el sorteo del año. «No hay un momento de descanso, es tener paciencia», zanjan los dos empleados.

A estas alturas, parece prácticamente imposible evitar las colas, aunque sí existen algunos momentos menos concurridos. La administración abre a las 9 de la mañana y, según cuentan los trabajadores, a esa hora ya hay personas esperando a que se levante la persiana. Enfrentar el frío matutino y acudir antes de la apertura quizá garantice una cola de unos pocos minutos. Sin embargo, es posible encontrar a gente haciendo desde las 7.30 horas. Por otro lado, Doña Manolita atrae a menos clientes entre diario que durante los fines de semana, así que la mejor opción es descartar sábados, domingos y festivos.

El pasado jueves, la fila en la calle del Carmen alcanzaba la entrada de El Corte Inglés, unos 20 metros más allá, y obligaba al vigilante de seguridad a dividir la cola para desbloquear la boca de los almacenes. A las 13.37 horas, una pareja cruza el dintel de Doña Manolita, a solo unos pasos de comprar su ansiado décimo. «Llevamos unos 40 minutos esperando», informan, ya sonrientes.

Alrededor de los compradores, un buen puñado de vendedores ambulantes aprovechaba para ofrecer sus billetes de la Lotería de Navidad. «Nosotros colaboramos con Doña Manolita, les compramos los décimos que luego revendemos», comentaba Jason, un joven que hace cuatro años vendía billetes en un puesto fijo en la Puerta del Sol. Sin autorización municipal, estos comerciantes cantan los números que esconden cuando se acerca alguna patrulla policial.

Jason asegura que, en verano, es más rápido acudir a estos vendedores irregulares. «Nosotros no tenemos que hacer cola, podemos ir a Doña Manolita y pedir un número», dice. Ahora, sin embargo, da lo mismo. Ni siquiera en la administración pueden detenerse a buscar combinaciones concretas al gusto del cliente. No hay tiempo, sí demasiada cola.