Las playas arrasadas por el Prestige, once años después

Esos son los datos de la mayor catástrofe ecológica de España que ahora, once años después, tan solo forman parte de un doloroso recuerdo. Los 640 arenales gallegos afectados entonces están hoy por hoy completamente recuperados , incluso en los que la marea negra azotó con especial severidad.

La playa de Langosteira, en La Coruña; la de Nemiña, en Muxía; la del Rostro, en Fisterra; o la de Lourido, en Poio (Pontevedra), algunas donde se registraron mayores daños, lucen actualmente su mejor cara, con aguas cristalinas y arena fina que invitan al baño pese a la temperatura del agua.

La indispensable «marea blanca»

Pero los vecinos todavía recuerdan el olor del chapapote , una huella imborrable por mucho que pase el tiempo. También rememoran el trabajo vital de los voluntarios (un total de 10.000 acudieron a Galicia en esas fechas), que ayudaron a limpiar y recuperar las zonas.

La «marea blanca» permitió que en algunos casos, como en la playa de Nemiña o en la del Rostro, se dejase de hablar de «desastre» para empezar a entrever la «esperanza». Y esa esperanza es hoy mucho más que una realidad.