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DEPORTE FEMENINO

El tenis como función vital

Silvia Soler-Espinosa, una de las mejores raquetas españolas, busca entrar entre las 50 primeras del mundo esta temporada

El tenis como función vital INÉS BAUCELLS

RAÚL COSÍN

Ella habla de pasión, de sacrificio, de vaciarse, de darlo todo en cada entrenamiento y cada partido, y en cada uno de esos lugares del mundo a los que el circuito de tenis obliga a ir de aquí para allá. Sonríe siempre -o casi- cuando se refiere a su deporte, porque es su vida y es lo que le permite ilusionarse cada día y disfrutar de esa etapa entre rosas y espinas del alto rendimiento. Silvia Soler-Espinosa (Las Bayas, Elche, 19/11/1987) está entregada al tenis. Lo vive. Lo desprende. Y su sueño, más que una cuestión numérica y de palmarés -que también-, está íntimamente ligado a que esa disciplina de la raqueta y la red le siga ilusionando, pues considera que es el punto de origen para alcanzar retos. «Siempre he sido una jugadora que me he caracterizado porque le pongo mucha ilusión y trabajo a las cosas que hago. No entendía empezar el tenis si no estaba dispuesta a darlo todo», cuenta la ilicitana a ABC en uno de esos escasos momentos de respiro que concede el circuito. Silvia ocupa el puesto 73 del ranking mundial femenino, pero espera meterse entre las cincuenta mejores tenistas del mundo esta temporada junto con su equipo de trabajo -Andreu Guilera es su entrenador y Blanca Bernal su fisioterapeuta-.

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Recuerda la tenista, de 26 años, que para ella todo empezó como un juego. Una estampa cotidiana. Sus padres tenían afición y jugaban con amigos en el club de Elche. Ella y sus hermanas comenzaron de bien pequeñas a conocer la raqueta. En aquellas instalaciones conoció a quien le abrió las puertas de esta disciplina. «Pascual Aznar fue el entrenador con el que empecé a jugar. Me inculcó ese trabajo, esa dedicación, esa disciplina del deporte y esa idea de darlo todo en la pista», explica la ilicitana, que, si bien creció casi sin darse cuenta, no se decidió por el camino profesional hasta los 18 años. Si algo le inculcaron sus padres fue la idea de seguir los estudios. Acabó Selectividad. Entonces una charla con su madre le llevó a la decisión. «Me dijo: ‘¿Y por qué no estudias una carrera?’. Lo recuerdo como un momento muy impactante porque dije: ‘no, si a mí lo que me gusta es el tenis’».

Pasos firmes

Silvia cogió la mochila, algo muy propio del tenis, para comenzar a viajar. Inició su etapa profesional en Valencia. Ya en Elche contó con la cercana referencia de Juan Carlos Ferrero, del que siempre se fijó en su estilo de juego. El hecho de salir de casa reconoce que «no me costó. Quizás esa edad, los 18, esa rebeldía, ese vivir la experiencia, me permitió gestionar mejor esos momentos». De Valencia marchó a Madrid. No acababa de dar el salto. Hasta que se unió a un grupo de jugadoras que estaban a buen nivel en Barcelona. Entró en el top 100 con 24 años. Subraya que «las etapas las fui pasando un poco más despacio, pero los pasos fueron más firmes».

El encuentro con ese grupo de jugadoras y con Guilera lo entiende como fundamental para su carrera. La ilicitana se ha ido recuperando de uno de esos momentos que sirven al deportista para crecer. «El año pasado acabé con un entrenador con el que estaba perdiendo un poco la ilusión. Y lo he arrastrado este principio de año», explica, al tiempo que significa que un diálogo profundo consigo misma ha sido clave para rellenar la botella de la ilusión.

Enseñanzas del deporte

Precisamente ha tirado de esos argumentos que su deporte le ha ido dando: «El tenis me ha dado mucho. Quizás te ayuda a madurar más rápido. O entiendes pronto lo que significa la palabra sacrificio en clave de esfuerzo. O el saber que hay que trabajar cada día y darlo todo».

Cosas que también se aprenden en el mundo del tenis o en el deporte en general con una figura como Nadal: «Todo lo que nos está enseñando Rafa es digno de admiración. Te quedas sin adjetivos para definirlo. Y es algo tanto a nivel deportivo como a nivel humano».

Soler-Espinosa está radiante en cuanto a ilusiones. Decidida a ponerse manos a la obra. A buscar entrar entre las 50 mejores. Y con el equipo nacional ayudar a recuperar la categoría en la Copa Federación sin perder de vista los Juegos de Río’16. Ya estuvo en Londres.

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