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Latidos hacia el foso

Concha Montaner, reina de la longitud española, una voz autorizada para reflexionar sobre el atletismo

Latidos hacia el foso MIKEL PONCE

raúl cosín

Desprende atletismo por cada centímetro de su piel. Cuenta su deporte con las palabras, con el gesto y la mirada. Responde a su disciplina con cada carrera, con cada enfoque de la calle, con cada medición del momento de pisar la tabla, con cada salto. Y desde que arranca, los latidos le empujan hacia ese brinco que le lleva a la arena del foso. Casi quince años siendo referencia del atletismo español, de esa prueba de salto longitud -suma 17 coronas de campeona de España entre pista cubierta y aire libre-, que domina en casa, pero que le llevó hacia una medalla de oro junior en el Mundial de Santiago de Chile (2000), o una presea de bronce mundial absoluta en Moscú (2006) , o una plata en el Europeo de Birmingham (2007), o el oro de los Juegos del Mediterráneo de Túnez (2001), y su presencia en tres Juegos Olímpicos. Anuncia con confianza que quiere alcanzar los cuartos en Río de Janeiro 2016. Son estas unas pinceladas de Concha Montaner Coll (L’Eliana, Valencia, 11/1/1981), una deportista rotunda, mayúscula, y voz autorizada para hablar de atletismo.

Considera Concha que «el atletismo es una forma de vida; en realidad, mi forma de vida» y explica para aquellos deportistas que crecen o que quieren llegar al alto rendimiento que «es dedicar tu vida a ser deportista. A cuidarte. A entrenar mucho. A prepararse muy bien. A saber sufrir y tener claro que vas a sufrir. Nadie te regala nada».

La atleta del Playas de Castellón tiene escrita una hoja de servicios importantísima, en la que mezcla líneas de éxito, de momentos no tan buenos, incluso más oscuros. «En el atletismo un día lo haces bien, pero en seguida ya estás pensando en la siguiente prueba. Si la siguiente no te sale bien… pues siempre es más fácil creer lo malo, que lo bueno. El día que te sale lo disfrutas, pero muy poco. Aprendes más de las derrotas que de los éxitos», explica.

Reflexiona por aquello del sacrificio del deporte de alto rendimiento que «puede haber momentos clave en los que hubieses querido no perderte situaciones familiares, con amigos, cuestiones más cotidianas, pero no lo piensas mucho porque estás haciendo lo que más te gusta. Para mí no era dejar cosas de lado, no era un sacrificio».

Río 2016, en el horizonte

Una máxima que tiene para sí y que lanza como consejo es que «un atleta se es los 365 días del año. El día que no entrenas o no compites, tú sigues siendo atleta. Tienes que cuidarte igual. Tienes que descansar. ¿Puedes permitirte cierto lujo en una cena o una comida? Puedes, pero en seguida tienes en la cabeza que te lo has permitido y cómo lo vas a contrarrestar».

Si bien es dilatada la carrera de Concha Montaner, valores añadidos son la experiencia o el hecho de que sigue teniendo pasión por lo suyo, incluso sueños: «Quiero meterme en una final olímpica. Brasil estaría bien (sonríe). Es mi última oportunidad. Y pienso en saltar siete metros (su mejor brinco está en 6,92, a las órdenes de Pepe Peiró)». Concha es atleta, tiene además un trabajo, pero sobre todo, desde hace camino de cinco años es madre. Alba es su todo junto a su marido Venancio José Murcia . ¿Quiere que su hija siga los pasos en el atletismo de ambos? «Le inculco que haga un deporte, porque considero que es bueno, sano, necesario, pero que haga lo que más le guste».

De niña, Concha, era tremendamente inquieta. Probó la gimnasia rítmica, el patinaje, el balonmano, la natación y tuvo un primer acercamiento, infructuoso, al atletismo. Pero le acabó enganchando el deporte rey. Y recuerda con un brillo especial en los ojos sus inicios, la diversión misma y el círculo de amigos que fue creando. El hecho de que fue creciendo, sin ponerse mayores metas, en esto del atletismo. Ganando. Compitiendo. Encontrando los consejos de Carmen García-Campero para que se enrolase en el «Valencia Terra i Mar». Allí acabó, con Rafa Blanquer, quien más le ha hecho saltar en su carrera. Y aunque hubo una separación, el tiempo los volvió a unir.

Recuerdos y apoyo

En su mochila, acumula bonitos momentos. No los suelta, son suyos, logrados con esfuerzo: «Me acuerdo de mi primer seis metros. De mi primera medalla de oro en el campeonato de España. De la primera vez que salté 6,50. Los 6,89. El 6,92. De la medalla que gané en el Mundial de Moscú, aunque las circunstancias la hacen una medalla fría, sin sentimiento».

Pero vive el presente. Se encuentra bien. Con fuerza. Recuperada. Piensa primero en el Europeo. En el horizonte, no deja de pensar en Río. Y dada la coyuntura económica para el caminar del deportista, encuentra el respaldo del Proyecto FER . «Apuestan por el deporte que está menos respaldado porque si no la gente no puede seguir. Es una ayuda importantísima. Y además la Fundación Trinidad Alfonso está ligada a los valores del deporte que quiere transmitir y que queremos transmitir», considera la valenciana.

Montaner sabe que toda carrera deportiva tiene un punto final en activo, pero ella ya se forma para ser entrenadora. Más aún, espera ya desde hoy y el día de mañana poder trasladar a los deportistas venideros su experiencia: «Tenemos muchas cosas que decidir y que podemos trasladar. Que cuenten con los deportistas españoles».

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