Suscribete a
ABC Premium

letras expectativas

No sin mi cetro

Los círculos ahora se llaman redes sociales y sus usuarios sienten la necesidad de mantener la comunicación de forma permanente en una falsa sensación de ubicuidad

joan carles valero

Con Barcelona cargando baterías como capital mundial de móvil, bueno es recordar que Martin Cooper es considerado el padre del teléfono celular, invento que desarrolló inspirándose en el intercomunicador del capitán Kirk de «Star Trek» cuando era responsable de I+D en Motorola, compañía que dotó al ejército del popular Walkie Talkie. La historia fue menos justa con Antonio Meucci, inventor del «teletrófono» cinco años antes de que Alexander Graham Bell lo patentara en 1876 y se llevara la gloria. Barcelona es deudora de ambos.

También somos deudores de anónimos autores de inventos a los que nunca estaremos suficientemente agradecidos. Aunque los griegos no inventaron la rueda, eran conocedores del concepto de vuelta. Sus filósofos observaron el carácter circular de la vida, la sucesión del día y la noche, de las estaciones… De ahí el concepto del eterno retorno. Y acuñaron la palabra «kýklos», que significa la idea de «círculo» para reflejar el movimiento de lo que está sometido a los ciclos naturales.

La vida tiene carácter circular. Veinte años después de los Juegos del 92, Barcelona es capital de la religión tecnológica que, como la olímpica, no es ortodoxa y por eso es universal. Más allá de la geometría, círculo significa reunión de personas a partir de la forma en que se sientan. Como los cinco aros olímpicos simboliza la reunión de la juventud de los cinco continentes. Pero como recuerda Javier del Hoyo, doctor en Filología Clásica y autor del estimulante libro «Etimologicón» (Ariel), en latín existe el verbo «circulor» con el sentido de «murmurar, charlar», cuyo primer significado es «formar corrillos, círculos para hablar». Un significado que en castellano se ha conservado en la expresión «circular un rumor, una habladuría». Y más ahora que los móviles permiten que cualquier noticia circule a la velocidad de la luz en 140 caracteres.

Los círculos ahora se llaman redes sociales y sus usuarios sienten la necesidad de mantener la comunicación de forma permanente en una falsa sensación de ubicuidad. Por eso la mayoría nunca se separa del teléfono. Así, los «homo sapiens» se tornan «homo faber»: personas que hacen cosas, siempre deprisa, como pollo sin cabeza, encerrados en un círculo que en ocasiones se torna vicioso.

En los casos en que la libertad que proporciona el móvil esclaviza, el periodista Jordi Romañach aconseja aplicarse el título de su libro «Dieta digital» (Plataforma Editorial) para poder levantar la vista de la pantalla y recuperar el control de la propia vidas Ahora que Barcelona empuña el cetro del reino de la movilidad, la inteligencia humana debe estar a la altura de nuestros «smartphones».

No sin mi cetro

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación