Radiografía de la CUP
¿Partido o movimiento alternativo? ¿Kale borroka o radicalismo infantil? La CUP es la gran novedad de un Parlamento catalán fascinado por la oratoria de su líder
maría jesús cañizares
«Voy a saludar a este chico», exclamó Josep Duran Lleida en la sesión de investidura del presidente Artur Mas celebrada recientemente en el Parlamento catalán. El secretario general de CiU se refería a David Fernández, líder a pesar suyo -no le gusta ... este calificativo- de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), formación que debuta en esta legislatura con tres diputados que no son suficientes para tener grupo propio, pero sí para poner de manifiesto el cansancio que generan los partidos clásicos en el votante catalán.
Duran, algo condescendiente en su comentario, estrechó la mano de quien se sitúa a años luz de sus posiciones ideológicas, pero que se estrenó en el hemiciclo con un discurso muy bien estructurado en el que habló del hambre en el mundo, de los «gánsters con corbata», de la violencia machista y patriarcal, de ciclos neoliberales que arrasan en un mundo «gobernado por ladrones y piratas»; de Miguel Hernández y Hannah Arendt.
Fernández, periodista nacido en el barrio de Gràcia de Barcelona en 1974, también habló de desobediencia civil e insumisión, un guiño a la leyenda que identifica a las CUP con la «kale borroka», aunque hay quien simplemente ve a sus miembros como activistas de un cierto «radicalismo infantil». Esta es la opinión que la historiadora y militante independentista Eva Serra ofrece en el libro «Cop de CUP» (Golpe de CUP), escrito mano a mano por el propio David Fernández y su compañero de partido Julià de Jòdar (Ed. Columna). Se trata de una aproximación a la historia de este movimiento a través de las reflexiones de distintos representantes del mundo político, social y cultural.
Contradicciones
Entre ellos figura el sociólogo Salvador Cardús, quien encuentra en la CUP la virtud de «incorporar un sector de ciudadanos que se suelen alejar de la política». Pero también un defecto: «Unas formas anti-institucionales que pueden contradecir su decisión de participar, y el valor y la seriedad de sus palabras». Que los nuevos diputados de la CUP votaran como presidente del Parlamento catalán a un hombre desahuciado ejemplifican las palabras de Cardús. El ex líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira les define en el libro como la «gota malaya» por su trabajo persistente, mientras que el dirigente de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, les daba su bendición desde la cárcel. En agradecimiento y solidaridad, los tres diputados de la CUP exhibirían en el hemiciclo catalán el número de preso de Otegi. El actual presidente de ERC, Oriol Junqueras, cree que este movimiento «es más atractivo por lo que hace que por lo que dice».
En «A cop de CUP», el secretario primero de la Mesa del Parlamento catalán, Miquel Iceta (PSC) cree que este movimiento tiene un fuerte componente «antiestablishment» que le permite «recoger el desencanto o la decepción de otros partidos más establecidos, en especial de ERC». Para Dolors Camats, portavoz de ICV, la CUP es un proyecto político consolidado, pero les echa en cara que, en ocasiones, sean especialmente hostiles «con quienes tienen al lado en la pancarta». Todos coinciden en que su fuerza es eminentemente municipalista, pero eso es anterior a su puesta de largo parlamentaria, donde defenderán un referéndum sobre el Estado propio vinculante.
A finales de los ochenta, un fragmentado movimiento independentista catalán, cuyo brazo armado, Terra Lliure, había sido prácticamente desmantelado, se marca como objetivo incidir en los gobiernos municipales. En 1986 nace la Assamblea Municipal de l’Esquerra Independentista (AMEI), apoyada por una serie de colectivos que de manera espontánea comienzan a llamarse Candidaturas o Colectivos de Unidad Popular, que progresivamente obtendrían representación en distintos ayuntamientos. hasta llegar a las elecciones municipales de 2011, donde obtienen 109 concejales y representación en algunas capitales de comarca como Gerona, Manresa, Vilanova i la Geltrú o Mataró.
«Países catalanes»
No lograron, sin embargo, entrar en el Ayuntamiento de Barcelona. Con una organización netamente asamblearia, la CUP se presenta como una formación que trabaja por unos «Países Catalanes» independientes, socialistas, ecológicamente sostenibles, territorialmente equilibrados y no patriarcales.
Según una encuesta interna de la CUP, el perfil del militante es el de una persona de entre 29 y 46 años, casado o con pareja estable, perteneciente a la clase media, con estudios universitarios, que se define políticamente de izquierda y que trabaja por cuenta ajena. El 93% declara que su lengua habitual preferente es el catalán.
El tiempo dirá si la CUP ha venido para quedarse en el Parlamento autonómico o simplemente es flor de un día. Porque, más allá de perfecciones dialécticas, todavía no sabemos qué iniciativas políticas ofrece este movimiento para mejorar Cataluña, más allá del consabido derecho a decidir y la autodeterminación, Aunque eso es común otras formaciones más consolidadas del hemiciclo.
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