«El Enano», declarado culpable del secuestro y asesinato de Ana Niculai
El juicio por la joven quemada y hallada muerta en el maletero de su coche se ha celebrado esta semana en la Audiencia Provincial

El tribunal del jurado del juicio seguido estos días en la Audiencia Provincial contra Alejandro de Abarca ha considerado a este hombre, de nacionalidad española y 35 años de edad, culpable del secuestro y posterior asesinato de la joven rumana Ana Niculai , que tenía 25 años de edad cuando tuvo lugar el crimen, hace poco más de tres años. El cadáver de Niculai fue encontrado maniatado y calcinado en el interior del maletero de su propio coche el 19 de julio de 2010, en un descampado ubicado cerca de la localidad mallorquina de Muro. El jurado también ha considerado al acusado culpable de los delitos de detención ilegal, robo con violencia, conducción sin permiso, conducción temeraria e incendio.
Una semana después del suceso, la Guardia Civil detuvo a De Abarca, apodado «El Enano», como principal sospechoso de la muerte de la joven. En aquel momento, el hombre reconoció ante el juez que horas antes del crimen había abordado a Niculai —a quien sólo conocía de vista— en un aparcamiento de Palma de Mallorca para robarle dinero y también el coche . Según explicó al magistrado, posteriormente la secuestró, la introdujo en el maletero del vehículo y l e inyectó una dosis de heroína para mantenerla en estado semiinconsciente. Unas horas más tarde, en el citado descampado, De Abarca roció de gasolina el coche y le prendió fuego.
Desde el momento del secuestro hasta el del asesinato transcurrieron unas doce horas, en las que Abarca condujo el coche por diferentes puntos de Palma y del resto de la isla. En ese periodo de tiempo el hombre se detuvo en diversos lugares, entre ellos el poblado de Son Banya, en donde compró y consumió droga, un bar de la capital balear y un taller mecánico.
Cambio de versión
En el juicio celebrado a lo largo de esta semana en la Audiencia Provincial, De Abarca había dado, no obstante, una versión radicalmente diferente de los hechos. Así, en el transcurso de una declaración llena de incoherencias, dudas y contradicciones, afirmó que Niculai y él habían sido pareja, que el día del crimen la víctima le había acompañado de manera voluntaria, que ambos habían consumido drogas y que el incendio del coche se produjo tras una explosión accidental.
Sin embargo, los testimonios posteriores de los testigos y de los forenses incriminaron directamente a De Abarca en el asesinato. En este sentido, resultaron decisivas las declaraciones de dos personas que señalaron que a primera hora de la tarde de aquel 19 de julio de 2010 habían visto a una joven en el interior de un vehículo intentando pedir ayuda. En aquellos instantes, De Abarca estaba tomando una cerveza en un bar próximo, ubicado en el casco antiguo de Palma. Poco después, el hombre regresó al lugar en donde el coche estaba estacionado, se introdujo en su interior y se marchó a toda prisa. Esta actitud sospechosa hizo que ambos testigos denunciasen de inmediato el hecho a la Policía, que inició entonces la búsqueda del vehículo, aunque sin éxito.
Además, otros dos testigos afirmaron que el día en que se cometió el asesinato vieron a De Abarca en las inmediaciones del lugar en donde fueron encontrados el coche calcinado y el cadáver de Niculai. Por su parte, los responsables de la autopsia confirmaron durante el juicio que el cuerpo de la víctima, aún con vida, fue rociado con gasolina justo antes de que el autor del crimen incendiase el vehículo.
Una vez pronunciado el veredicto, la Fiscalía ha solicitado una pena de 44 años y seis meses de prisión para De Abarca, mientras que las dos acusaciones particulares han pedido 47 años de cárcel. La sentencia será dictada en los próximos días.
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