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Dos pueblos zaragozanos en alerta por la contaminación del agua del grifo
Detectan la presencia de lindano, un insecticida de alta toxicidad prohibido desde el año 2000 en Europa
Dos pueblos zaragozanos en alerta por la contaminación del agua del grifo
Dos pueblos de la provincia de Zaragoza, Ardisa y Santa Eulalia de Gállego, se han quedado sin poder beber agua del grifo ni poder usarla para guisar. Desde esta semana se están abasteciendo para ello de camiones cisterna que les llevan a diario agua potable.
El motivo es la presencia de concentraciones significativas de lindano en las aguas de las que se suministran de forma ordinaria, tomadas del río Gállego. Ambas poblaciones están situadas aguas abajo de Sabiñánigo, localidad oscense en la que durante varias décadas funcionó una planta química, de la empresa Inquinosa, que fue cerrada en 1994 y que se dedicaba a la producción de un insecticida de alta toxicidad, el lindano, que la Unión Europea prohibió en el año 2000 por sus riesgos para la salud.
La fabricación de esta sustancia se prolongó en dicha fábrica desde 1975 a 1989. Aquel año se dejó de producir lindano en Sabiñánigo, pero Inquinosa dejó un reguero de residuos de elevadísima toxicidad que tardarán décadas en ser eliminados. Durante década y media fue realizando vertidos ilegales. La zona se está tratando desde hace décadas para ser descontaminada. Se han gastado ya más de 40 millones de euros de fondos públicos en unos trabajos que se hacen eternos. En 2009, un informe de las autoridades medioambientales autonómicas calculaba que harían falta más de 100 millones de euros para descontaminar totalmente los terrenos, y que los trabajos durarán hasta, al menos, el año 2040.
De forma continua, las autoridades autonómicas realizan análisis de las aguas para controlar que no hay presencia de lindano que pueda suponer un riesgo para la salud. Esta semana, a partir del miércoles, se detectaron niveles preocupantes en los caudales de los que se abastece a las poblaciones de Ardisa y Santa Eulalia de Gállego.
Desde el Gobierno aragonés se insiste en que los niveles detectados no son perjudiciales para la salud, pero al mismo tiempo entiende que tampoco los hacen recomendables para el consumo humano de dichas aguas.
Al menos hasta el lunes, los más de doscientos habitantes de esas dos localidades seguirán dependiendo de los camiones cisterna. Luego se repetirán las analíticas para ver cómo evoluciona la situación en las aguas del río Gállego de las que se suministran.
La decisión de prohibir el consumo de esas aguas para beber y para guisar les ha sido notificada a los alcaldes de las dos poblaciones, que de inmediato cumplieron con la restricción y lanzaron el aviso a los habitantes.
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