Imputado por regentar una tienda de alimentos putrefactos

Su establecimiento de alimentación situado en la localidad zaragozana de Caspe tenía el letrero de «carnicería», pero en su interior lo que había era un auténtico arsenal de productos putrefactos y caducados dispuestos para la venta. A su dueño, un inmigrante pakistaní que también regenta un locutorio en la misma localidad, se le imputa un delito contra la salud pública.

La Guardia Civil se presentó en el local junto a inspectores de Sanidad tras conocer que en el establecimiento se podían estar vendiendo productos alimenticios en mal estado. No sólo se cumplieron las sospechas, sino que lo que se encontraron allí las superaba. La lista de lo intervenido da idea de ello: 300 kilos de pescado putrefacto, varios lotes de salchicas precocidas en mal estado, cuatro paquetes de arroz caducados, varios lotes de aceitunas en las que campaban los hongos, una caja de jengibre en mal estado, otra de calabacines putrefactos, tres cajas de guindillas en mal estado y 200 barras de pan guardadas en un congelador y también en malas condiciones.

Además, según han informado fuentes de la Benemérita, se incautaron también 550 kilos de cebollas que incumplían la normativa de consumo porque se desconoce su procedencia, y, por lo mismo, otros 500 kilos de ajos blancos.

La Guardia Civil y los inspectores de Sanidad se encontraron incluso con harinas que se vendían a granel y en las que había insectos (unos vivos, otros muertos), productos extranjeros sin etiquetar y diferentes tipos de leche sin refrigerar.

Además, la tienda también incumplía la normativa de venta y manipulación de productos cárnicos, porque la carne estaba a la venta a una temperatura de 20 grados, cuando la ley obliga a que se encuentre a no más de siete.

El dueño del establecimiento tiene 36 años, un inmigrante pakistaní que lleva tiempo afincado en Caspe.