opinión
Envejecimiento y salud
El científico y pensador Gregorio Marañón aseguraba que «la vejez es la suma de toda la vida, milagro y nobleza de la personalidad humana»
eva pomares/begoña martínez
El interés por la vejez y el proceso de envejecimiento se ha venido produciendo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Los seres humanos de todas las épocas se han preocupado por buscar la forma de mantener su existencia el mayor tiempo ... y en las mejores condiciones posibles. En este sentido, la búsqueda del llamado elixir de la vida o de la inmortalidad ha sido una constante en toda la historia de la humanidad, partiendo ya desde los tiempos de la antigua China y del antiguo Egipto.
En esa preocupación por el envejecimiento óptimo, también se han venido desarrollando las ciencias para el estudio e investigación del mismo. Así la Geriatría surgió en 1909 como la disciplina que estudiaba el envejecimiento desde un punto de vista puramente biológico. Con posterioridad, es la Gerontología la que definió el
Al llegar a la senectud, se afronta una crisis de adaptación
envejecimiento como un proceso biológico influido por aspectos sociales del individuo. Finalmente, con el desarrollo de la Psicogerontología apareció un nuevo concepto de envejecimiento, entendido éste como un proceso natural y consustancial al ser humano, dinámico, universal, irreversible, y multifactorial, determinado por factores biológicos, psicológicos y socioculturales, acorde con la definición de la salud humana establecida en 1946 por la Organización Mundial de la Salud, entendida como un estado de bienestar físico, mental y social y no simplemente como ausencia de enfermedad.
Envejecimiento
El envejecimiento podrá ser normal o patológico según se desarrolle su dinámica. Durante este proceso se aprecian cambios físicos, mentales, psicológicos y sociales, que determinan que al llegar a la senectud, el individuo se enfrente a una auténtica crisis de adaptación, la cual podrá convertirse en una etapa de su vida en la que, al menos, mantenga un nivel adecuado de funcionalidad (envejecimiento normal), o provocar un proceso de deterioro al no lograr superar esta crisis.
El anciano es vulnerable a enfermedades psiquiátricas
Este deterioro podrá ser reversible en mayor o en menor medida, dependiendo de los recursos biológicos, psicosociales y culturales con que cuente el individuo en concreto. En esta visión holística del anciano surge la Psicogeriatría como la rama de la Psiquiatría que estudia los trastornos psiquiátricos y neuropsiquiátricos de la vejez. Al alcanzar la senectud, las personas sufren todo un espectro de cambios que les condicionan una mayor vulnerabilidad a padecer enfermedades.
En sentido, para poder entender la psicopatología de la persona mayor o anciana, destacamos desde los cambios biológicos que sufre el sistema nervioso central (pérdida neuronal) pasando por los cambios sociales (jubilación, disminución del poder adquisitivo, pérdidas de personas queridas, viudedad, etcétera), así como los cambios psicológicos (emocionales, cambios en la autoimagen, autoconcepto y autonomía personal). Todos ellos condicionan que el anciano sea vulnerable a desarrollar enfermedades psiquiátricas y neuropsiquiátricas, destacando entre las mas significativas: los trastornos depresivos y las demencias, principalmente.
Transtornos depresivos y deterioro
La depresión en el anciano es un trastorno escasamente diagnosticado y poco tratado. Si bien la depresión se refiere una alteración del estado de ánimo, en el anciano suelen existir ciertos rasgos o características especiales. Así tienden al aislamiento y retraimiento familiar y social, suelen presentar alteraciones del apetito y sueño, se encuentran más irritables y expresan menos quejas de tristeza, siendo más frecuente la aparición de quejas somáticas, que enmascaran así síntomas depresivos relacionados con la alteración del estado de ánimo.
También destaca la más que probable presencia de comorbilidad y polifarmacia en el anciano deprimido. La relación entre las enfermedades físicas y el ánimo depresivo es compleja y bidireccional. Por un lado, enfermedades sistémicas (tumores, diabetes, tiroides, artrosis, infartos de miocardio, etcétera) y trastornos neurológicos (enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, enfermedad cerebrovascular, etcétera) con frecuencia conducen a trastornos depresivos y empeoran el pronóstico negativo sobre los problemas físicos.
Por otro lado, estos problemas físicos pueden empeorar los síntomas depresivos. Si bien la enfermedad de Alzheimer (EA) constituye una demencia, el Deterioro cognitivo leve (DCL) representa, en muchas ocasiones, un estado de transición entre el deterioro asociado al envejecimiento y el desarrollo de verdaderas demencias. El DCL se refiere a la alteración cognitiva cuya intensidad no es suficiente para ser catalogada como demencia, existiendo quejas de memoria, atención, planificación, etcétera, confirmadas por una valoración neuropsicológica y sin alteración en la autonomía funcional para el desarrollo de las actividades de la vida diaria.
El diagnóstico requiere de un equipo con múltiples especialistas
La importancia, por tanto, de detectar un DCL es la de identificar y tratar a un grupo pacientes ancianos que potencialmente pueden progresar a una EA. Se considera que el desarrollo de síntomas psicológicos y conductuales (delirios, alucinaciones, agresividad, depresión, ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño, entre otros) favorece el deterioro cognitivo y la progresión a EA en los pacientes con DCL, además de disminuir la calidad de vida, empeorar las alteraciones funcionales y aumentar el desgaste del cuidador y eventualmente acelerar la institucionalización del paciente.
Con todo ello, no resulta extraño pensar que el abordaje diagnóstico y terapéutico de la diversa y variada patología psiquiátrica y neuropsiquiátrica del anciano, requieran de un equipo multidisciplinar integrado por diversos especialistas (psiquiatras, neurólogos, neuropsicólogos, médicos internistas, rehabilitadores entre otros), además de otros profesionales sanitarios (fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, enfermeros, auxiliares, etcétera) que valoren al paciente como un todo, y no como una parte.
* La doctora Eva Pomares es neuróloga en la Clínica Mediterránea de Neurociencias (CMN)
* La licenciada Begoña Martínez es neuropsicóloga clínica y coordinadora de la Unidad de Daño Cerebral en la Clínica Mediterránea de Neurociencias (CMN)
Envejecimiento y salud
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete