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POSTALES

El comunismo del siglo XXI

El comunismo no prepara para el mundo «feliz y humano» que predica, sino para lo contrario

José María Carrascal

Hay en la triste historia de Petra Lászió, la reportera húngara que zancadilleó a una familia que intentaba escapar de un campo de refugiados, un aspecto en el que nadie ha reparado, siendo importante. Petra pasó su infancia, como tantos húngaros, en escuelas regidas por ... los valores de la igualdad y la fraternidad, que el comunismo invoca, pero no practica. Y si ampliamos el foco, nos damos cuenta de que los países que se niegan a acoger refugiados, desde Hungría a los bálticos, pasando por Polonia, son los del anterior bloque oriental. En el occidental también hay opositores –la Liga Norte italiana, el Frente Nacional francés y otras formaciones de extrema derecha–, pero ni en los gobiernos ni en la mayoría de la población se aprecian tales tendencias. La conclusión que se saca de ello es que el comunismo no prepara para el mundo «feliz y humano» que predica, sino justo para lo contrario: para la batalla dura y cruel del «hombre contra el hombre» hobbesiana, de que acusa al capitalismo. Promete la absoluta igualdad, pero practica la más desigual de todas las sociedades, con una «nueva clase» –que Djilas diseccionó con la frialdad de un cirujano– dueña de todos los poderes y privilegios –hasta una moneda especial tiene para ella– y el resto de la población privado de todos los derechos civiles y humanos. Una realidad que la progresía occidental se negó a reconocer hasta la caída del Muro berlinés, pero que ha dejado desgarrones en aquellas almas, como estamos viendo.

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