israel en guerra
El anestesista español liberado de Gaza: «Todo el mundo se preguntaba si nos dijeron que bajáramos al sur de la Franja porque estaban bombardeando el sur»
Raúl Incertis, de MSF, pudo salir de la Franja la semana pasada tras días bloqueado como el resto de la población gazatí. Relata su experiencia tras el ataque de Hamás y la respuesta del Ejército israelí, que ha dejado ya casi 10.000 muertos palestinos en cuatro semanas
Guerra entre Israel y Hamás en Gaza, en directo

Raúl Incertis se convirtió en noticia sin querer serlo. Fue el primer español en poder salir de la franja de Gaza tras el cierre de fronteras después del ataque de Hamás el 7 de octubre pasado que dejó más de 1.300 ... muertos en el lado israelí.
Miembro de Médicos sin Fronteras (MSF) desde hace 5 o 6 años, que le han llevado a prestar ayuda en crisis humanitarias en Afganistán y Yemen -«una guerra olvidada»-, ha relatado este lunes ya desde su casa en España, en un encuentro online con casi medio centenar de informadores, qué le llevó a Gaza y cómo fue su experiencia tras el estallido del conflicto entre Hamás e Israel. Una crisis que ha provocado «un momento histórico catastrófico» para el que no encuentra adjetivos más allá de calificar la situación que se está viviendo en el interior de la Franja como «terrorífica».
Una situación que ha llevado a MSF a pedir el alto el fuego inmediato, «para parar esta matanza indiscriminada, este baño de sangre, en el que han muerto casi 10.000 palestinos, de los que dos tercios son mujeres y niños», subraya Incertis, que arroja todavía otro dato más demoledor: de los muertos en estas cuatro semanas (este martes se cumple un mes del ataque de Hamás), «alrededor de 4.000 niños han sido asesinados, esto es, un millar cada semana».
A esto se suman 25.000 heridos que apenas pueden ser asistidos en los centros hospitalarios, diezmados por los ataques: quedan alrededor de 16, en los que falta medicamentos, vendas -las quemaduras son la principal afección de los heridos-, anestesia, combustible para mantener a pleno funcionamiento los respiradores y las incubadoras, muchos de los cuales han tenido que ser desconectados… Todo ello es resultado del bloqueo de la ayuda humanitaria que no puede llegar a los 2,3 millones de palestinos que se encuentran encerrados en una ratonera, «en una jaula inhumana», en palabras de Incertis, que actualmente la franja de Gaza.
Raúl Incertis recuerda que llegó a Gaza el pasado 1 de octubre, un semana antes de que estallara el conflicto. Su cometido era la cirugía de reconstrucción de las piernas «de jóvenes y adultos» que tiran piedras desde el lado palestino a Israel, actos que son contestados por el Ejército israelí «disparando balas a los tobillos, que quedan destrozados. «Mi trabajo era arreglar piernas de gazatíes», resume. Primero trabajó en el Hospital Indonesio, y después en el de Al Awda, situado en el norte de la Franja. «Realizaba entre 5 y 6 cirugías al día».
Al dictado del Ejército israelí
El viernes 6 de octubre libró y disfrutó de un paseo por la playa. Faltaban unas horas para que »empezara todo». A partir de entonces vivió y fue testigo de un «atropello constante» contra la población gazatí. «Teníamos que seguir el dictado del Ejército israelí hasta que pudimos ser evacuados». El 13 de octubre Israel ordenó que todo el mundo dejara el norte y fuera hacia el sur. «Muchos compañeros fueron a los campos de desplazados y otros se quedaron en Ciudad de Gaza porque no podían dejar a sus familias que dependían de ellos», matiza Incertis.
A pesar de la situación, muchos compañeros siguieron ayudando en hospitales, «aunque en cada desplazamiento -a cielo abierto- se juegan la vida», subraya. Ante el bloqueo y la falta de lo más básico, MSF repartió el material que tenía almacenado para tres semanas en tan solo tres días.
Incertis señala que durante las tres semanas que permaneció en Gaza tuvo que desplazarse en cuatro ocasiones. Si bien temía por su vida, su situación era mejor que la de aquellos que no tenían refugio, aunque se ha demostrado que las zonas desmilitarizadas, como las escuelas protegidas por la ONU, «que estaban desbordadas» de gazatíes que buscaban un lugar seguro, han sido también objeto de ataques indiscriminados. »Hay una falta de respeto sistemático», denuncia por su parte David Cantero, coordinador de MSF en Jerusalén, presente en el encuentro online. «No hay ningún respeto por la población civil ni sanitaria», corrobora Incertis, que a continuación desgrana nombres de compañeros gazatíes que han perdido a familiares durante los bombardeos. Con algunos sigue en contacto, y tan solo alcanzan a decirle unas pocas palabras: «Hoy estoy vivo. Mi familia sigue viva».
Avisos de bombardeos
A lo largo de más de una hora, Raúl detalla cómo Israel avisaba a la población civil del lugar de los bombardeos, para en algunos casos poder abandonar los edificios objetivo en «cinco minutos». Familias muy extensas debían darse prisa y llevarse toda una vida de recuerdos en unos instantes. En algunas ocasiones, no se producía el mencionado bombardero, y los habitantes de esos edificios se convertían en las víctimas de otro instrumento de guerra: «El terror psicológico». Pero eran aún peores los casos en los que las familias abandonaban sus viviendas y se refugiaban en un edificio aledaño, que finalmente eran el objetivo bombardeado y no así las casas de las que habían huido.
El relato de Incertis es sobrecogedor cuando continúa hablando de la huida hacia el sur, supuestamente un lugar más seguro, pero en el que han muerto el 65% de las víctimas palestinas. «Todo el mundo se preguntaba si nos dijeron que bajáramos al sur porque estaban bombardeando el sur», confiesa.
La proliferación de enfermedades es uno de los aspectos que más preocupan a MSF: la falta de agua potable, de un sistema de aguas residuales adecuado, así como la paralización de la recogida de la basura desde el 7 de octubre. Todo ello provocará la aparición de enfermedades. Algunas como la diarrea y las enfermedades respiratorias ya la están sufriendo los niños.
Incertis incluso comparte un detalle que retrata la insalubridad y la falta de condiciones de vida para los palestinos. Explica que un día decidió contar «las tazas de váter» que había en un colegio convertido en refugio de desplazados, que ha llegado a albergar a 35.000 personas. «Solo pude contar doce», asegura, pues debido al bloqueo no llega ningún tipo de ayuda humanitaria y tampoco váteres clínicos.
Castigo colectivo
«Este castigo colectivo -el bloqueo de ayuda prolongado que no se había visto antes- puede llegar a ser considerado un crimen de guerra«, sentencia David Cantero.
Al ser preguntado si le gustaría volver a Gaza, Raúl no lo duda: «Claro que tengo el deseo de volver, porque no pude realizar nada«. Pero es consciente de que él «no es especialista en emergencias» para las que hay otros miembros de la ONG mejor formados. Otra de las denuncias de MSF es que desde hace semanas hay un equipo de esta organización en El Cairo con más experiencia que están esperando poder entrar a la Franja, sin resultados.
En cuanto a cuál es su mayor preocupación, Incertis se refiere a los niños: «No tengo palabras. Los centros de la ONU ya no son seguros, han muerto niños en ellos». Y señala que este conflicto, el más importante que está sufriendo el pueblo palestino desde la Nabka, en 1948, derivará en graves «traumas psicológicos. He visto cómo los niños sufren trastornos psicológicos a lo largo de las distintas escaladas de violencia».
Por último, antes de concluir el encuentro online, Incertis hace una petición a los medios a la hora de transmitir las innumerables cifras e informaciones sobre lo que está sucediendo en el interior de la franja de Gaza para que otros entiendan la gravedad de lo que esta sucediendo. Considera que lo mejor para que la gente visualice «a un adulto con un niño de cuatro años a sus pies al que empieza a pegar, a dar una paliza hasta que lo revienta. Eso es más representativo que los 4.000 niños».
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