Israel descubre el mayor «túnel estratégico» de Hamás: cuatro kilómetros de longitud y 50 metros de profundidad

La muerte de tres rehenes por disparos del propio Ejército ha acelerado los contactos para que una nueva pausa humanitaria entre en vigor. En el tercer mes de guerra, el Ejército ha matado casi a 19.000 palestinos, la mayoría mujeres y niños, y la ministra de Exteriores francesa, Catherine Colonna, viajó a Israel donde pidió «una tregua inmediata» porque «están muriendo demasiados civiles». Los franceses exigieron explicaciones a los israelíes por la muerte de un funcionario de Exteriores en un bombardeo en Rafah. Con el paso de las semanas crece el impulso real a nivel internacional para pedir a Israel que rebaje la intensidad de su operación y también se plantean cada vez más dudas sobre la disciplina y las reglas de enfrentamiento de las fuerzas israelíes.

El frente político interno se complica para un Netanyahu que ya estaba muy cuestionado antes de la guerra y a quien se le acumulan los frentes. Su juicio por corrupción se ha retomado, desde Estados Unidos, Joe Biden le pide que cambie a sus aliados ultranacionalistas sionistas del Gobierno y el líder de la oposición, Yair Lapid, exigió un día más su dimisión porque «ha perdido el respeto de la sociedad, del mundo y de los servicios de seguridad». Lapid pidió la convocatoria de elecciones, algo que no parece muy factible en el contexto actual.

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Hasta la llegada de una nueva pausa prosiguen las operaciones y el Ejército mostró las imágenes del mayor túnel que han descubierto hasta el momento. Tiene una longitud de cuatro kilómetros, cincuenta metros de profundidad y su salida se encuentra a escasos 400 metros del paso de Erez, el principal punto de entrada y salida a la Franja.

El Ejército explicó que se trata de un «túnel estratégico» y aseguró que fue obra de Mohamed Sinwar, hermano del líder del brazo político de Hamás, considerado el cerebro de la operación del 7 de octubre que acabó con la vida de 1.200 personas en las comunidades agrícolas cercanas a la verja de separación.

Los militares llevaron a algunos medios internacionales a ver el túnel y esa es la única manera que los informadores tienen para entrar en Gaza, ya que el paso de Rafah permanece cerrado para reporteros. Los ojos del mundo en la Franja son los de los periodistas locales y la oficina de derechos humanos de la ONU ha confirmado la muerte de al menos cincuenta periodistas y trabajadores de medios de comunicación desde el inicio de la guerra.

El organismo internacional señaló que «los periodistas y trabajadores de los medios, utilizando una variedad de herramientas, incluidas las redes sociales, han mantenido al mundo informado en tiempo real sobre los horrores que están soportando los civiles en Gaza. Su dedicación merece un homenaje […] Gracias a su trabajo, el mundo ve. Deben ser protegidos y debe haber rendición de cuentas».

El trabajo de informar es cada vez más complicado y a los riesgos de la guerra se le suman los apagones de las comunicaciones por parte de Israel. Cada vez que se pone en marcha alguna operación especial, teléfonos e internet se caen y la Franja queda incomunicada. Las compañías palestinas anunciaron que, después de cuatro días, el servicio se ha restaurado de manera gradual en el centro y sur de Gaza. Las comunicaciones con la zona norte, la parte más castigada, son mucho más complicadas.

De esta parte norte llegaron imágenes del hospital Al Shifa, al que pudo llegar un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El principal centro de la Franja, que fue asaltado por Israel en la búsqueda del cuartel general subterráneo de Hamás, recupera la actividad, convertido en un «hospital de un campo de batalla» con pacientes por todas partes y muy pocos medios, en palabras de la OMS. Pese a los llamamientos de Israel para evacuar esta parte de la Franja, cientos de miles de personas permanecen allí y no quieren ir a la supuesta zona segura del sur porque desconfían de las palabras del enemigo.

En el sur, cerca de Rafah, la ayuda entra con cuenta gotas y el reparto es cada vez más complicado. Gazatíes desesperados asaltaron varios camiones de ayuda para llevarse lo que podían. Israel recurre al hambre como arma de guerra y se han detectado los primeros casos de hambruna entre la población, según las organizaciones que trabajan en la zona.