Los chilenos piden soluciones a sus problemas más acuciantes tras tumbar la nueva Constitución

Aunque el Gobierno del presidente Gabriel Boric puede estar aliviado tras haberse descartado la propuesta con sello republicano, lo cierto es que ni derechas ni izquierdas pueden quedarse tranquilas con los resultados en las urnas. En la práctica esto ha implicado quedar en fojas cero, es decir, mantener vigente la Constitución de 1980 dictada en el régimen de Augusto Pinochet y que la izquierda demandó reemplazar con mayor fuerza tras el estallido social de 2019.

Con ya el 99,97% de las mesas escrutadas, la opción «En contra» obtuvo un 55,76% de los votos, es decir, 6,8 millones de sufragios, mientras que la alternativa de «A favor», defendida por las derechas, solo alcanzó un 44,24% de las preferencias (5,4 millones de votos).

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El primero en reconocer el fracaso de la clase política fue el presidente Gabriel Boric, que en su discurso el domingo en la noche sostuvo que ésta ha quedado «en deuda» con los chilenos. El mandatario aseguró que la ciudadanía manifestó su frustración y hastío con el largo proceso constitucional que se prolongó por 4 años e implicó 5 comicios (un plebiscito de entrada, dos de salida y dos elecciones de convencionales).

La politóloga (cientista) Pamela Figueroa señaló al diario ABC que «la elite política toda es la gran derrotada», más allá de si electoralmente lo fue la derecha radical y el centroderecha frente a la izquierda, y la razón de ello es que éstas no logran establecer un consenso en la solución de problemas, que es ampliamente demandado por los chilenos.

Esto explicaría el hecho de que Chile se haya transformado en el primer país del mundo en rechazar dos propuestas consecutivas, por cuanto ambas buscaron dar un carácter identitario a los textos. El domingo la diferencia entre ambas opciones fue de 11 puntos, mientras que en el plebiscito de 2022 la distancia fue mayor (24 puntos) porque la primera propuesta elaborada por la Convención Constitucional tenía un carácter refundacional.

«La ciudadanía ha transformado su malestar en una votación volátil», aseguró Figueroa, a la vez que planteó que todos los actores políticos han realizado una errada lectura de las urnas. Lo hizo la izquierda y los independientes en la primera etapa y los republicanos en la segunda, al considerar que el alto respaldo que consiguieron en la elección de consejeros significaba que «la ciudadanía estaba apostando por su proyecto político», explicó.

La gran cuestión que surge ahora es en qué momento emprender la reforma de los sistemas de partidos y electoral y el establecimiento de una relación equilibrada entre el Ejecutivo y el Legislativo. Figueroa insistió en que «un régimen hiperpresidencial con alta fragmentación no funciona», y lo evidencia la incapacidad que han tenido los 22 partidos en el Congreso para sacar adelante las necesarias reformas previsional y sanitaria, así como abordar el problema de inseguridad, estancamiento económico y desempleo.

En los primeros análisis, dirigentes de Chile Vamos, así como de la Democracia Cristiana, Demócratas, Amarillos y el Socialismo Democrático, se abrieron a la necesidad de llevar, en una reforma a la Constitución del 80, parte de los contenidos de la segunda propuesta que postulaba establecer un 5% de votación nacional o la elección de 8 parlamentarios para poder subsistir como colectividad, pero también se reconoce que ello será muy difícil cuando los que deben aprobar las nuevas normas son los incumbentes. Los únicos que se manifestaron contrarios a abordar este tema son los comunistas, quienes acordaron dejar el tema constitucional pendiente por 2 años, es decir, lo que resta del mandato de Boric.

El analista Patricio Fernández remarcó que los partidos han hecho una equivocada lectura de todo el proceso desde el estallido social, pasando por la elección de una Convención con amplía presencia de independientes y luego de un Consejo hegemonizado por los republicanos. «Nos espera un largo período de fracasos si ellos no hacen el aprendizaje», dijo.

Figueroa señala que la urgencia hoy es resolver la demanda por mayores derechos sociales, pero en paralelo se debe enfrentar la modificación del sistema político. Un paso en ese sentido lo dio el presidente Boric quien anunció el cambio de la agenda y llamó a todos los partidos a consensuar los temas de previsión, salud y pacto fiscal.

Descartado un tercer proceso, la Constitución de Pinochet puede ser reformada con mayor facilidad luego de que en 2022 se rebajaran los cuórums para hacerlo. En la práctica, del texto original dictado en el régimen militar queda poco porque en 1989, antes del retorno a la democracia, se realizaron importantes reformas, y luego, en 2005, se eliminaron los llamados enclaves autoritarios, o sea, la inamovilidad de los jefes militares, el poder paralelo del Consejo de Seguridad Nacional y la existencia de senadores designados y vitalicios.