Calentando los motores de guerra en Oriente Próximo
La conclusión tras el atentado que acabó con la vida del líder de Hamás es obvia: Teherán no es lugar seguro para los enemigos de Israel
El líder de Hamás Ismael Haniyeh fue asesinado por una bomba oculta colocada dos meses atrás
El Mossad contrató a agentes iraníes para colocar explosivos en la residencia de Haniyeh

Un hombre dispara su fusil durante los funerales de cinco palestinos celebrados en Cisjordania
Las operaciones israelíes fuera de la franja de Gaza para la eliminación física de dirigentes terroristas islámicos han elevado exponencialmente la tensión en Oriente Próximo. Así ha sucedido con el bombardeo, hace una semana, en el sur de Beirut, que acabó con Fuad Shukr, jefe de las milicias terroristas de Hizbolá ... . Asimismo, en la madrugada del pasado miércoles, el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, fue suprimido en Teherán, adonde se había desplazado desde Qatar para asistir a la investidura del nuevo presidente de Irán, Masoud Pezeshkian. Acción que, aunque no haya sido reivindicada por Israel, el ayatolá Alí Jamenei atribuyó al «régimen sionista criminal y terrorista».
Más allá de la controversia de si fue alcanzado por la explosión de una bomba oculta o de un misil, lo sustancial es que Haniyeh fue cazado mientras se encontraba protegido en el complejo Neshat, al norte de Teherán, fuertemente custodiado por la Guardia Revolucionaria iraní. Consecuentemente, hubo un colosal fallo de seguridad, así como una rotunda prueba de eficacia y capacidades de la red de Inteligencia israelí en Irán. La conclusión es obvia: Teherán no es lugar seguro para los enemigos de Israel. Ello ha supuesto tanto un gran chasco para los islamistas radicales que ven en Irán su referencia protectora, como un colosal desafío al nuevo presidente iraní quien, seguramente, se ve presionado para reaccionar militarmente. Asimismo, implica la liberación de las manos de Netanyahu para proseguir aniquilando la capacidad operativa de Hamás.
Tal escenario ofrece cinco consecuencias inmediatas. Una, dejar en suspenso la posibilidad de un alto el fuego en Gaza. Dos, disminuir la probabilidad de liberación inmediata de los secuestrados. Tres, aumentar significativamente la tensión en la línea azul de separación entre el Líbano e Israel y, consecuentemente, también el riesgo para los cascos azules españoles. Cuatro, reducir el flujo de ayuda humanitaria para los palestinos. Y cinco, y especialmente trascendente, abrir la puerta a una guerra total entre Hizbolá e Israel o, incluso, a una escalada regional.
Crece así la percepción internacional de una próxima acción ofensiva contra Israel de Hizbolá, Hamás y, probablemente, de Irán y sus terminales, elevando el conflicto al nivel regional. Por ello, no es de extrañar que los países occidentales hayan aconsejado a sus nacionales abandonar inmediatamente la zona y, paralelamente, la mayoría de las compañías aéreas hayan suspendido sus vuelos hacia el Líbano.
Moscú entra en escena
Motivo de singular preocupación ha sido la expedita entrada de Rusia en escena. Fuentes normalmente fiables han indicado que aviones rusos de transporte estratégico (Il-76) habrían transportado a Irán, durante el pasado fin de semana, un sistema Murmansk-BN de Guerra Electrónica capaz de neutralizar los sistemas electrónicos enemigos, incluidos los satelitales, a una distancia de más de 3.000 kilómetros y que, obviamente, habría de ser operado por especialistas rusos. Esta noticia se complementa con la visita a Teherán, el pasado lunes, del secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, el exministro de Defensa Serguei Shoigú, quien se reunió con las máximas autoridades políticas y militares iraníes. Periplo sorprendente por el momento de su ejecución, que envía una potente señal de que Irán no estará solo en potenciales hostilidades.
El Secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, ha sido cristalino: «EE.UU. estará junto a Israel suceda lo que suceda». Como apretado resumen, el Pentágono está reforzando las fuerzas norteamericanas en la zona (fragatas portamisiles, cazabombarderos y defensas antiaéreas). Tiene posicionado en el golfo de Omán, como mayor vector disuasorio, al grupo de ataque del portaviones nuclear USS Theodore Roosevelt.
El Secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, ha sido cristalino: «EE.UU. estará junto a Israel suceda lo que suceda»
Asimismo, el grupo del portaviones USS Abraham Lincoln, navega en aguas de Guam en demanda del mar Rojo. El Grupo Anfibio de Intervención WASP (USS Wasp, USS New York, y USS Oak Hill) con la 24 MEU (Unidad Expedicionaria de Marines) embarcada está posicionado en el Mediterráneo oriental, en cuyos cielos aviones de Alerta y Control Aéreo (Awacs) de la OTAN, con base principal en Geilenkirchen (Alemania), están operando desde bases griegas. Y el general Kurilla, comandante del Mando Central de EE. UU. (Uscentcom), se ha desplazado a Tel Aviv para coordinar, controlar e integrar las operaciones. En todo caso, siguen imperando los tres pilares fundamentales de la estrategia nacional de seguridad israelí: alerta, disuasión y victoria incuestionable.