Perros clonados contra la droga
Seis labradores clonados a partir de un can dotado con un fino olfato para detectar estupefacientes ya «trabajan» en las aduanas de Corea del Sur husmeando equipajes
Agentes de la policía surcoreana con sus nuevos perros clonados / AFP
Su padre, un perro labrador nacido en Canadá que obedecía al apropiado nombre de “Chaser” (“Perseguidor”), tenía un olfato especialmente adiestrado para detectar drogas en las aduanas de Corea del Sur. Pero su camada de siete cachorros no ha heredado su talento por la fuerza ... natural de sus genes, sino por la ayuda científica de sus clones.
Allá donde la Naturaleza no alcanzaba, han llegado los expertos en clonación de Corea del Sur, que en verano de 2005 “copiaron” el primer sabueso afgano del mundo, Snuppy. Tras aquella exitosa experiencia, y debido a las dificultades para enseñar a los perros a husmear las sustancias estupefacientes, el Servicio de Aduanas de Corea del Sur optó por “fotocopiar” a su mejor sabueso.
En circunstancias normales, sólo tres de cada diez perros tienen una nariz lo suficientemente fina como para encontrar droga en las maletas de los viajeros. Por ese motivo, la clonación supone un método de abaratar costes en la adquisición y entrenamiento de los animales .
Tras ser clonados a finales de 2007, y después de 16 meses de adiestramiento, seis de los siete canes empezaron a trabajar el pasado fin de semana en el aeropuerto internacional de Incheon-Seúl y en las oficinas de aduanas de Incheon, Gimpo y Daegu. Para no hacer distinciones, todos ellos han sido llamados “Toppy”, una abreviatura de las palabras inglesas “Tomorrow Puppy” (“Cachorro del mañana”). Sin embargo, el último de los miembros de la camada no ha podido unirse a sus hermanos en sus labores detectivescas al resultar herido durante la fase de entrenamiento.
“Son los primeros perros clonados del mundo puestos en servicio y, durante el entrenamiento, mostraron una mejor actuación para detectar drogas ilegales que otros animales nacidos naturalmente”, explicó a la agencia France Presse un portavoz de las aduanas, Park Jeong-heon.
Iguales como gotas de agua, y jadeando nerviosos con la lengua fuera, los tres labradores blancos olisquearon el equipaje que salía por las cintas transportadoras en el aeropuerto de la capital surcoreana ante la sorprendida mirada de los viajeros. Pero las autoridades no informaron si habían detectado alguna partida de narcóticos de contrabando.
El Gobierno de Corea del Sur ha gastado 300 millones de won (169.711 euros) en este proyecto, que ha sido desarrollado por la Universidad Nacional de Seúl. Al frente de la investigación se sitúa el doctor Lee Byung-chun, un reputado científico que ya participó hace cuatro años en la clonación del primer perro del mundo.
Lee era un antiguo colega del famoso experto Hwang Woo-suk, cuyos revolucionarios avances en la clonación de embriones humanos se demostraron falsos a finales de 2005. Tras ocupar las portadas de las más prestigiosas revistas científicas, el profesor Hwang no sólo fue juzgado por violar las leyes bioéticas de Corea del Sur, sino también por malversar y apropiarse de millones de euros con los que compraba no sólo rebaños de vacas y ovejas que aseguraba haber clonado, sino también coches de lujo para su esposa.
A pesar del daño que aquel fraude causó a los investigadores surcoreanos, éstos han seguido adelante con unos controvertidos proyectos de clonación que también han abierto un encendido debate moral sobre sus límites y aplicaciones. Jugando a ser Dios, los científicos surcoreanos intentan encontrar los secretos de la creación clonando perros especialmente preparados para desarrollar una función social como es la lucha contra el tráfico de drogas. Pero nadie sabe aún cuál será el siguiente animal que “copiarán” y con qué finalidad.
Canes «copiados» a partir de la célula de una oreja
Tras años de estudios, los científicos surcoreanos anunciaron en agosto de 2005 que habían clonado el primer perro del mundo, un sabueso afgano llamado Snuppy que seguía la estela de otros animales “copiados” como la famosa oveja “Dolly”, el gato “CC” y la rata “Ralph”. Para clonar un can, los investigadores tomaron el material genético de una célula de la oreja de la madre, que luego colocaron en otra célula vacía a modo de óvulo para que se fuera dividiendo y formando un embrión.
Una vez que éste creció, fue inoculado en la madre del animal, una perra labrador que, tras 60 días preñada, parió por cesárea un sabueso afgano. Frente a otras especies, la clonación de perros es sumamente complicada porque los científicos sólo obtuvieron tres embarazos de más de un millar de embriones inyectados en 123 receptores. Uno de esos animales murió en la gestación y otro al poco de nacer, por lo que Snuppy fue el único superviviente.
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