Fillon reconoce que usó un avión de Mubarak en sus vacaciones en Egipto

Fillon ha reconocido, a través de un comunicado oficial, “con el deseo de confirmar la más absoluta transparencia”, que pasó en Egipto parte de sus vacaciones de Navidad acompañado de su familia, viajando en un avión puesto a su disposición por Mubarak .

El comunicado oficial de Fillon intenta “cortar por lo sano” las informaciones que el semanario satírico Le Canard Echainé publicará en su edición de este miércoles.

El gabinete de François Fillon precisa que, en efecto, el primer ministro francés viajó con su familia a Egipto el 26 de diciembre pasado en un Falcon 7X del Gobierno francés . Sin embargo, insiste, el jefe de gobierno compró de su bolsillo los billetes de toda su familia, pagando “la tarifa especial que ofrecen a personalidades y miembros de gobierno”.

La versión del Canard Enchainé es sensiblemente distinta y abunda en otros detalles. Según el semanario, Fillon no sólo habría viajado en un avión egipcio. También se habría beneficiado de otro tipo de favores: una residencia privada en un hotel de lujo y un avión ofrecido graciosa y especialmente por el presidente Mubarak para trasladar al jefe del gobierno francés, en viaje privado, a sitios turísticos como Assouan o Abou Simbel.

El uso de los favores privados del presidente Mubarak se convierte en dinamita política cuando el presidente egipcio es percibido como la encarnación personal de la tiranía egipcia , cuya destitución continúan reclamando masivamente los jóvenes egipcios.

El caso Fillon estalla en el momento más inflamable, cuando todavía “colea” el caso de Michèle Alliot-Marie , que estuvo de vacaciones en Túnez en noviembre y a primeros de año, viajando en un avión propiedad de un hombre de negocios cuya fortuna creció espectacularmente asociándose a los clanes familiares de la familia Ben Alí, el presidente derrocado.

Aliados privilegiados, hasta ayer, Ben Alí y Mubarak son hoy los símbolos palmarios del muro que está derrocando la juventud tunecina y egipcia. De ahí que sus favores, en otro tiempo aceptados, se convierten hoy en un peligro político inflamable, una trampa imprevisible en la que han caído dos miembros importantes del gobierno de Nicolas Sarkozy.