Voluntad popular

La banda de música está compuesta por decenas de personas con el rostro cubierto, con mascarillas y con máscaras con el rostro impreso de víctimas del régimen de los Ortega. La gente que danza y canta por las calles, interpreta a familias trabajadoras, de cualquier edad y escasa posición. Hay una anciana en silla de ruedas, jóvenes que saltan, niños, un megáfono, mujeres y hasta un perro. La calle es de tierra y sobre ella, advierte el coro, «han secuestrado nuestro derecho a elegir». Como sucede en los países de Iberoamérica (a excepción de España) la bandera nacional es el estandarte que les une y simboliza la lucha por la democracia. «La palabra del pueblo no la pueden secuestrar», dicen en una parte de la canción cuya autoría no se ha destapado para evitar que el o los compositores, terminen en una caja de madera o en una mazmorra reventados a golpes.

La idea de hacer esta campaña o tema musical (viral en las redes) para no ir a votar y poner de este modo en evidencia la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo es buena pero tiene sus peligros. A los Ceausescu centroamericanos no les ha temblado la mano, ni el corazón, para liquidar o encerrar a cualquier candidato opositor que pudiera poner en peligro su segunda reelección y tercer gobierno así que, con el padrón en la mano, no parece descabellado pensar que serán capaces de hacer un barrido importante si, como dice la canción, son millones lo que están dispuestos, «a no prestarse a esa farsa» de la elección.