La gigantesca maqueta de la Roma Imperial de Mussolini que Ridley Scott utilizó para rodar 'Gladiator'
El dictador se la encargó en 1933 al arquitecto Italo Gismondi, que trabajó en ella hasta su muerte en 1974, con un resultado tan espectacular y realista, que todavía hoy es utilizada como herramienta educativa para miles de escuelas en Italia
Israel Viana
Madrid
Como todos los grandes dictadores del siglo XX, Benito Mussolini estaba obsesionado por la arquitectura. Nada más llegar al poder en 1922, albergó el deseo de ampliar la capital italiana hasta límites insospechados. Quería construir una ciudad nueva que uniera el Coliseo y ... el Foro antiguo con los barrios más modernos. El proyecto nunca se terminó, pero sus calles todavía conservan un importante legado fascista, ya sea en zonas residenciales enteras como el barrio periférico EUR, en las casas populares del barrio de la Garbatella o en todo tipo de monumentos diseminados por la Ciudad Eterna.
De hecho, la llamada arquitectura fascista ocupa un lugar muy importante entre los atractivos turísticos de la capital. Sin embargo, debajo de esa megalomanía del dictador, lo que se esconde realmente es el culto que este profesaba por la antigua capital romana, como demuestra el llamado Foro Mussolini, el gran espacio que el dictador construyó para que se practicaran en él todas las disciplinas deportivas habidas y por haber. Eso sí, con un gran monolito en su honor. Pero donde esa obsesión se refleja de la forma más curiosa y original fue en la gigantesca maqueta que el 'Duce' ordenó construir de la Roma Imperial en el siglo IV d. C.
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Mussolini quería ver, con todo detalle y en un solo golpe de vista, la inmensidad de aquella capital que, en ese momento, se encontraba en pleno auge y albergaba ya a más de un millón y medio de habitantes. Una población que no fue superada hasta el Londres del siglo XIX, durante la Revolución Industrial. El dictador deseaba disfrutar de aquella ciudad que había representado a un Imperio en plena expansión bajo el mandato de Constantino I 'El Grande', el emperador que había refundado la antigua ciudad griega de Bizancio y la convirtió en Constantinopla. En definitiva, la primera gran metrópoli de la humanidad… la «Capital del mundo».
Italo Gismondi
Mussolini le encargó la maqueta al arquitecto y arqueólogo italiano Italo Gismondi en 1933. Todavía faltaban siete años para que su Gobierno le declarara la guerra a Francia y Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. El dictador se encontraba en el pico de su popularidad y manejaba el país a sus anchas, justo en el año en que su homólogo Adolf Hitler había ganado las elecciones de Alemania influido por él. Su objetivo era que aquel 'Plastico di Roma Imperiale', como se llamó a la maqueta, fuera expuesto en la Mostra Augustea della Romanità que se iba a inaugurar cuatro años después en la capital italiana.
Con aquella exposición, Mussolini pretendía, supuestamente, celebrar los dos mil años de la muerte del emperador Augusto, pero la iniciativa tenía, en realidad, un trasfondo político: reforzar su idea de que la Italia fascista era la legítima heredera de la Roma Imperial. Pero la construcción de la maqueta no iba a ser, precisamente, una tarea fácil, ya que irónicamente el propio 'Duce' había derribado, en los años anteriores, muchas de las antiguas casas romanas. El objetivo de aquella tropelía no fue otro que abrir otras grandes avenidas, como la Vía del Foro Imperial, para erigir aquella gran ciudad que debía unir la Roma antigua con la moderna.
El núcleo inicial de la maqueta se basó inicialmente en el 'Forma Urbis Romae', un conjunto de 46 mapas detallados de la antigua Roma, publicados entre 1893 y 1901, por el filósofo, ingeniero, matemático y también arqueólogo Rodolfo Lanciani. Sin embargo, al igual que Mussolini, Gismondi se fue obsesionando cada día más con la maqueta, preocupándose por la verosimilitud de cada detalle y ampliando sus calles y sus barrios, hasta el punto de que no dejó de trabajar en ella hasta el mismo día de su muerte, el 2 de diciembre de 1974.
El cadáver de Mussolini
Se puede decir, por lo tanto, que la maqueta sobrevivió varias décadas al dictador, que no la vio terminada al morir fusilado por un grupo de partisanos, en Dongo, el 28 de abril de 1945. Que el encargo viniera de Mussolini –cuyo cadáver pudo ver Gismondi en la prensa, colgado boca abajo en una céntrica plaza de Milán, mientras era golpeado, escupido, orinado y mutilado públicamente por sus enemigos– no detuvo al arquitecto. Las viviendas residenciales desaparecidas las hizo siguiendo algunos de los modelos representativos mostrados en obras de la época, mientras que los principales monumentos los levantó observando los restos arqueológicos todavía existentes, como es el caso del Panteón de Agripa y El Coliseo.
Gismondi dirigió el proyecto, pero se ayudó de la incomparable destreza del maquetista Piero di Carlo, que utilizó yeso de alabastro, con refuerzos metálicos y fibras vegetales, para construir el famoso 'plástico' a una escala de 1:250. Además, consta de 150 telares casi siempre ensamblados a lo largo de los ejes viales. Los resultados fueron tan espectaculares desde el principio, que iba a mostrarse también en la Exposición Universal de 1942, pero esta nunca llegó a celebrarse por la Segunda Guerra Mundial.
El proyecto siguió adelante y, en 1952, se entregó al nuevo Museo de la Civilización Romana, situado en el barrio romano de EUR, el mismo en el que Mussolini comenzó las obras de su gran ciudad. Sin embargo, no se pudo disfrutar de él hasta que este no abrió oficialmente sus puertas al público en 1955. En las siguientes dos décadas, Gismondi acudió casi a diario a su nueva ubicación para seguir trabajando en la maqueta, hasta alcanzar sus dimensiones actuales de 17 metros de largo por 17 de ancho.
El resultado fue tan realista y espectacular, que el director de cine Ridley Scott usó aquella Roma de yeso encargada por Mussolini para rodar algunas escenas de 'Gladiator', la película protagonizada por Russell Crowe que se alzó con cinco premios Oscar en el año 2000. El profesor de Historia de la Arquitectura en la Escuela de Arquitectura y Diseño de Oslo, Victor Plahte Tschudi, asegura que «la maqueta inspiró la política de planificación urbana del régimen fascista y las reformas brutales para recuperar los monumentos antiguos de Roma». En la actualidad se sigue perfeccionando según los nuevos estudios y avances arqueológicos y es visitada por miles de estudiantes y turistas, que la utilizan como herramienta educativa para imaginar cómo encajan en el paisaje urbano actual las antiguas ruinas que aún quedan en pie.
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