Duelo a muerte en los cielos del Jarama: ¿cuál fue el mejor caza de la Guerra Civil?
A pesar de contar con un avión como el Cr-32, algo vetusto y anticuado, las fuerzas aéreas sublevadas se impusieron a los modernos y veloces aparatos soviéticos de la República
Bando Nacional vs II República: los pilotos de caza más letales de la Guerra Civil española
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAdemás de ser la tumba de cientos de brigadistas y demostrar a Europa que la guerra no iba a terminar en un suspiro, la batalla del Jarama fue también el escenario de mil y una 'peleas de perros', un curioso eufemismo para definir los combates ... aéreos entre aeroplanos. Durante los primeros días del conflicto, la fuerza aérea republicana fue la dueña de los cielos gracias a sus Polikarpov I-15 e I-16. Los aparatos, maniobrables, compactos y veloces sembraron el caos entre los lentos bombarderos Junkers Ju-52 y los Fiat Cr-32. La llamada 'Escuadrilla Lacalle', a las órdenes del 'as' Andrés García Calle, se convirtió en su principal verdugo.
Lucha de perros
Mientras, los aeroplanos sublevados se limitaban a llevar a cabo patrullas aéreas y los pilotos de la Aviación Legionaria italiana habían recibido órdenes de evitar los combates aéreos en el Jarama para reducir su ya abultado número de bajas. «Al vernos y comprobar que la caza que les protegía no se adelantaba a romper nuestra formación, la columna enemiga [de bombarderos] viraba y se alejaba. […] Luego volvían a la carga, pero los cazas les protegían siempre a una altura demasiado alta y bastante retrasados», explicaba el propio Calle en sus memorias. La situación solo cambió cuando, a mediados de febrero, fue enviado al frente Joaquín García-Morato y su 'Escuadrilla Azul'.
García-Morato, considerado uno de los mejores pilotos de la aviación sublevada, trajo consigo un cambio de paradigma. El 18 de febrero, durante una de sus patrullas aéreas, rompió las normas y se lanzó junto a sus dos compañeros, Narciso Bermúdez de Castro y Julio Salvador Benjumea, contra 26 cazas republicanos. Aquella muestra de gallardía hizo que los 21 Fiat italianos que les acompañaban hicieran lo propio. El aviador melillense afirmó poco después que aquel día, en la soledad de la carlinga, solo podía pensar en que moriría. No fue así y obtuvieron la victoria. Una primera de otras tantas que llegarían sobre los cielos del Jarama contra los Polikarpov.
Fin al misterio de la miliciana sin nombre de la Guerra Civil
Manuel P. VillatoroEra la fotografía más famosa del anarquismo español, pero hasta ahora se desconocía que el nombre de su protagonista era Ana Garbín Alonso, una católica ligada a la CNT
Aquella batalla, exacerbada por la prensa franquista de la época, acrecentó todavía más la rivalidad entre García-Morato y Calle. El primero, aupado por los medios de comunicación, se permitió el lujo de retar en duelo singular a su enemigo. Parece que el republicano no aceptó, como explicó en sus memorias: «Alfredo Tourné me informó que el general Queipo de Llano había anunciado por la radio que García-Morato me desafiaba a un combate sobre el Jarama. Le respondí que me parecía una simpleza puesto que no necesitaba desafiar a nadie, ya que todos los días me podía encontrar en el Jarama al frente de mi escuadrilla».
Cara a cara
El Polikarpov I-16 fue un caza soviético que supuso una gran evolución sobre su anterior versión, el I-15. Y es que, mientras que su hermano pequeño era ágil pero lento, este aeroplano podía alcanzar los 450 kilómetros por hora, lo que hacía que fuera uno de los más rápidos de la época. Aunque la principal ventaja de este aeroplano –su rapidez– le convertía también en un arma de doble filo para los pilotos novatos, que alguna que otra vez se dieron de bruces contra el suelo al tener que aterrizar. Cuando comenzó la Guerra Civil, la República recibió un centenar de estos cazas, número que se vio aumentado hasta 300 cuando terminó la contienda.
En estas tierras demostró su efectividad y, en no pocas ocasiones, se convirtió en un quebradero de cabeza para la aviación de Franco. El Polikarpov I-16 recibió el mote de 'Rata' debido a que atacaba a los bombarderos enemigos desde abajo, saliendo de la tierra como si fuera uno de estos animales. Aunque lo más llamativo es que, aunque era menospreciado por las potencias extranjeras, fue un aeroplano revolucionario, como bien explica J. A. Guerrero en su dossier sobre este aparato elaborado para la editorial San Martín. Su fabricación mixta –metal y madera– lo hacía más resistente que sus contemporáneos, construidos en contrachapado y lona; contaba con blindaje en la parte posterior y estaba armado con entre dos y cuatro ametralladoras de calibre 7,62 mm sin sincronizar en las alas.
A cambio, la espina dorsal de las fuerzas aéreas franquistas estuvo formada por los cazas CR-32 de la Aviazione Legionaria. Mussolini envió 400 de ellos a lo largo de toda la contienda, y lo cierto es que dio mucho aire a los sublevados. Y otro tanto pasó en Italia, donde se construyeron unos 1.200 en sus cuatro versiones. Michael Alpert sostiene en 'La Guerra Civil en el aire' que, a pesar de contar con unas dimensiones mayores que los I-15 y los I-16, estos aparatos demostraron que sus ventajas eran la maniobrabilidad y la robustez: «Durante todo el conflicto estuvo armado con una ametralladora mayor [de 12,7 mm] que la de los cazas rusos». A cambio, era más lento al alcanzar una velocidad máxima de 360 kilómetros por hora.
Cuesta saber cuál de los dos era más letal. Guerrero es partidario de que no existen datos fehacientes. Lo más eficiente, según esgrime, es recurrir a las fuentes primarias: los aviadores que combatieron en la Guerra Civil. Uno de ellos, Francisco Tarazona, dejó sobre blanco lo molestos que eran los 'Chirris' en sus memorias, 'Yo fui piloto de caza rojo': «Esa era la manera de cazar a los Fiat, a base de pasadas y teniendo la ventaja de la altitud. El 'Mosca', aunque mucho más rápido que el caza italiano, resultaba una presa fácil para este cuando cometía la imprudencia de combatir contra él. Entonces el menor radio de viraje y la mayor maniobrabilidad del Cr-32 se convertían en veneno para nuestro monoplano».
Estas son, sin duda, las palabras que mejor definen las 'peleas de perros' entre los unos y los otros. Y es que, aunque en la práctica la pericia de los aviadores sublevados equilibró la contienda en los cielos, la realidad es que, sobre el papel, su 'Chirri' estaba por detrás del enemigo soviético. «El I-16 superó con creces a su oponente más numeroso, el Fiat Cr-32, a pesar de que las particulares condiciones del conflicto español le hicieran sucumbir muchas veces ante los ágiles biplanos italianos», explica Guerrero. Aquel espejismo le salió caro a la Unión Soviética e hizo caer en desgracia a un 'Mosca' que era revolucionario para la época.
Pilotos y aviones con más bajas en la Guerra Civil
Fuerzas Aéreas de la República Española
Serguei Ivanovich Gritsevets / 30 - 40 / Polilarpov I-16
José María Bravo Fernández-Hermosa / 23 / Polilarpov I-16
Manuel Zarauza Clavero / 10 – 23 / Polilarpov I-16
Andrés García Calle («Lacalle») / 11 – 21 / Polilarpov I-15
Aviación Nacional
Joaquín García Morato / 40 / Fiat CR-32 «Chirri»
Julio Salvador y Díaz-Benjumea / 21 – 26 / Fiat CR-32 «Chirri»
Manuel Vázquez Sagastizábal / 21 - 22 / Fiat CR-32 «Chirri»
Arístides García-López Rengel / 17 – 18 / Fiat CR-32 «Chirri»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete