Las cinco causas por las que los musulmanes arrasaron España tras la misteriosa muerte de Don Rodrigo
Tras la muerte de Don Rodrigo en el 711, los musulmanes se hicieron con el dominio efectivo de la Península en un suspiro. El historiador Daniel Gómez Aragonés desvela el porqué a ABC
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Don Rodrigo arenga a las tropas antes de la contienda de Guadalete
El reino visigodo resistió carros, carretas y carruajes. Ni los problemas sucesorios, ni los mil monarcas que ocuparon el trono, ni la llegada de una expedición bizantina hasta el sur de la Península lograron arrebatar su gloria a un entramado político, militar y religioso ... que, para muchos, fue el germen lejano de la actual España. Según explica a ABC el historiador Daniel Gómez Aragonés, autor de 'Toledo. Biografía de la ciudad sagrada' (La Esfera), más bien fue todo lo contrario. A finales del siglo VII y a principios del VIII, Toledo era nuestra particular Constantinopla: cargada de riquezas, músculo económico y símbolo de unidad. Sin embargo, una única batalla, acaecida en el 711, hizo que todo se derrumbara de un soplo. ¿Cómo fue posible? El experto, que organiza además rutas históricas para este diario, nos lo cuenta.
-¿Cuál era la importancia del reino visigodo de Toledo en el siglo VIII?
La grandeza que atesoraba el reino visigodo de Toledo no había desaparecido, por arte de birlibirloque, en el año 711. Esa estructura política, esos concilios de Toledo, esa obra legislativa, esa obra religiosa, esas campañas militares que habían llevado a la unificación de la Península Ibérica, permanecía. Bien es cierto que había una crisis como podía tener cualquier otro estado. La situación era tensa por la elección de Don Rodrigo, por cuestiones de epidemias, por problemas con las cosechas... Pero no era un reino abocado a la desaparición. Era la monarquía germánica más potente de las que se habían establecido sobre las cenizas del antiguo imperio romano de Occidente. Figuras como Leovigildo, Recaredo, Recesvinto, San Leandro, San Isidoro, San Julián... Todos son ejemplo de ello.
-¿Qué causas provocaron la caída del reino visigodo a tal velocidad?
Cinco, sin duda. La muerte o desaparición del rey en la mal llamada batalla de Guadalete; la disolución efectiva del ejército, que dejó de ser unitario –tan solo quedaron pequeños núcleos que lucharon de forma independiente contra el invasor–; la pérdida del tesoro real, con el valor simbólico que tenía; la huida a Roma de Sinderedo, arzobispo de Toledo y máxima figura religiosa, y, por descontado, la caída de la capital, Toledo.
-Lo que desencadenó todo fue la batalla del Río Guadalete en el 711...
La mal llamada batalla del Río Guadalete... Muchos historiadores consideramos que debería ser denominada de otra forma porque no fue exactamente allí. Lo lógico sería conocerla como batalla de la Laguna, por ejemplo.
-¿Qué pasó con Don Rodrigo: murió o huyó?, ¿por qué fue tan importante su caída?
Se ha generado una gran leyenda entorno a su posible huida. Hasta se encontró en Viseo una inscripción en la que se podía leer 'HIC REQUIESCIT RUDERICUS REX GOTHORUM'. La tradición nos dice que pudo pasar por Salamanca, Ciudad Rodrigo, Portugal... No voy a negar que la idea de que escapó y articuló una pequeña defensa contra los musulmanes es atractiva. Pero la realidad es que no hay forma de certificarlo a través de fuentes árabes, cristianas o mozárabes. Lo que si nos dicen las crónicas es que murió al frente de sus tropas, aunque se desconozca la forma exacta. Que tu monarca caiga en batalla decapita el poder y condena a una sociedad que prácticamente vivía una guerra civil. A nivel geoestratégico es un mazazo.
-¿Hasta qué punto fue anémica la resistencia?
La hubo. En la Tarraconense, Ágila II y Ardo intentaron resistir. Lo mismo en la Narbonense. También parte de la zona rodriguista, que había pactado, terminó por alzarse en Asturias contra los invasores. En la práctica, en Zaragoza y Cataluña se combatió de forma enconada. Y eso, sin contar con el hecho de Covadonga.
-¿Entonces, los pactos aceleraron el proceso de conquista?
Entre otros factores. Por un lado, los judíos facilitaron la entrada de los musulmanes porque el reino visigodo les machacaba. Y los musulmanes les permitieron, a cambio de un impuesto, mantener sus creencias. Por otro, los pactos evitaban a los nobles rodriguistas, ya sin señor, ahorrarse hombres.
-¿Eran los árabes proclives a los pactos?
La élite árabe sí. Los pactos hacían que no perdiesen dinero ni soldados, pues la mayoría eran contratados. Sí que fueron muy agresivos y violentos en lugares como Zaragoza, pero tan solo para asustar a sus enemigos y favorecer los futuros acuerdos, algo habitual en la historia. Los bereberes, a cambio, querían guerra para saquear a los visigodos y conseguir un buen botín. Eso, a la larga, generó graves fricciones entre ambos bandos. Los musulmanes tenían el hándicap de que no estaban unidos, como muchas veces queremos pensar.
-¿Opuso resistencia Toledo?
Apenas. Toledo no opuso resistencia militar porque no tenían qué oponer. No había hombres, todos habían caído en la mal llamada batalla de Guadalete. Para que hubiesen podido hacer frente con tropas, el desastre del 711 tendría que haber sido menor. Haciendo un símil futbolístico, si el resultado hubiese sido un empate podría haberse articulado algún tipo de defensa, pero fue un 4 a 0. Además, los musulmanes hubiesen seguido enviado tropas a la península.
-¿Usted cree?
Sí. De haber sido derrotados en Guadalete, lo hubiesen seguido intentando. La conquista era parte de su plan geoestratégico, no un arrebato que hubiera decaído por la pérdida de una sola batalla. Además, venían con técnicas militares novedosas, músculo militar... Los visigodos sabían quiénes eran sus enemigos porque el Mediterráneo estaba conectado. Conocían que habían derrotado a dos grandes potencias como el imperio persa sasánida y el imperio bizantino. Eran la potencia militar del momento. Otra cosa es que Rodrigo hubiese sobrevivido y hubiese emergido como un nuevo Wamba o un Leovigildo, pero no fue así. Se dio una batalla campal definitiva y definitoria en la que el rey murió.
-¿Era tan determinante tomar Toledo para los musulmanes?
Bueno, tenemos un ejemplo cerca. Rusia ha intentado hace nada llegar a Kiev para acabar con el corazón del país. Era clave como símbolo, pero también a nivel económico. Su título de capital del reino visigodo la convertía en una potencia. Sus referentes eran Rávena y Constantinopla. De hecho, los musulmanes quedaron extasiados por sus riquezas. La ocuparon a toda velocidad porque les interesaba, ni más, ni menos.
-¿Hasta qué punto era clave como símbolo militar Toledo durante su época como capital?
Durante la época visigoda se sucedía en Toledo un ceremonial de partida de los ejércitos. En la basílica de los santos apóstoles Pedro y Pablo se guardaban los estandartes de las tropas. Y, cuando iban a la guerra, estos se entregaban bendecidos en una evento que contaba con el rey y la aristocracia. Debía de ser un espectáculo imponente a nivel visual. Además, se daba a un religioso, que se ubicaba al frente del contingente, una cruz para proteger a los hombres. Durante la campaña se instaba a la población a rezar por la victoria contra los francos, los vascones o los bizantinos, quien tocara. Y, cuando el monarca volvía, había otra fiesta similar en la urbe.
«El visigodo era el tesoro más importante de todas las monarquías germánicas que surgieron en Europa tras la caída del Imperio Romano de Occidente»
Daniel Gómez Aragonés
-Otro de los factores que enumera es la pérdida del tesoro real. ¿No ha sido exagerado este punto por la leyenda?
Debemos tener en cuenta que el visigodo era el tesoro más importante de todas las monarquías germánicas que surgieron en Europa tras la caída del Imperio Romano de Occidente. Ni suevos, ni vándalos, ni francos, ni anglos, ni sajones, ni longobardos... Ninguno tenía un tesoro de esas dimensiones. Había comenzado a formarse desde los períodos de las primeras migraciones de este pueblo. Lo había engrandecido el saqueo de Roma por parte de Alarico, que robó aquello que, a su vez, habían robado los romanos en Jerusalén. También había una reliquia de la Vera Cruz que el Papa Gregorio Magno había entregado a Recaredo tras su conversión e, incluso, la mesa del rey Salomón. Y, además del valor económico, tenía también un valor ancestral. Sí, era determinante.
-Supongo que el robo del tesoro era idóneo para pagar a los soldados...
En efecto. Al final, Tariq y Muza rendían cuentas al Califa. Además del simbolismo, que es algo en lo que quiero insistir. Pequeños tesoros los hay en todas partes. El rey y la nobleza visigoda donaban todo tipo de coronas y joyas a los monasterios. Pero este era otra cosa. En un contexto de sustitución de poder, que no de guerra civil, era clave. Era como decir, 'lo que tú eres, ahora es mío'.
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-Por último, hace referencia a la huida de Sinderedo. ¿Qué sucedió con este personaje y por qué fue tan importante su marcha de la península?
Es cierto que hubo muchos obispos que pactaron con los musulmanes para no perder el poder que habían adquirido. Un ejemplo que conocemos es el famoso pacto de Teodomiro en Orihuela. Pero lo de Sinderedo fue otra cosa. Sin mediar palabra, sin llegar a acuerdos con los musulmanes, se fue a Roma para no volver. Era el arzobispo, el referente religioso, el hombre que debía ungir a un nuevo monarca, la cabeza que podía liderar la resistencia... Y simplemente se marchó. Así, el poder político y el religioso quedaron decapitados. Si nos trasladamos a aquella época, es fácil entender que fue letal para la moral de un noble rodriguista que acaba de quedarse sin señor.
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