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«El novio de la muerte», el himno de la Legión española que nació en un cabaret

Esta es una de las muchas curiosidades que podrán conocerse en el «XIX Ciclo de historia y estética de la música marcial» organizado por el IHCM

«El novio de la muerte», el himno de la Legión española que nació en un cabaret  José Zegri

MANUEL P. ViLLATORO

«Nadie en el Tercio sabía, quién era aquel Legionario, tan audaz y temerario…». Estos son los primeros versos del «Novio de la muerte» , una popular sintonía que, durante décadas, ha representado a uno de los cuerpos de élite del ejército español: la Legión . Sin embargo, lo que ha pasado desapercibido a lo largo de la Historia es que esta música, cantada por los legionarios españoles desde hace casi 100 años en todo tipo de sangrientas contiendas, era originariamente un tema que nació para interpretarse en cafés cantantes y cabarets y que, posteriormente, fue adaptada al ámbito castrense.

Este dato histórico sobre la música militar es sólo una de los muchos que, desde el próximo 31 de marzo , se darán a conocer a todos los madrileños que se inscriban en el « XIX Ciclo de historia y estética de la música marcial » -un curso de un mes de duración organizado por el Instituto de Historia y Cultura Militar.

La legión

Corría por entonces el año 1920, una época dura para España, pues la Guerra del Rif se llevaba consigo a una gran cantidad de soldados bisoños (novatos, por así decirlo) enviados desde la Península. Tal era la sangría de tropas que el rey, basándose en la idea de un militar llamado José Millán-Astray , se vio obligado a crear el denominado « Tercio de extranjeros », una unidad cuyo campo de batalla sería exclusivamente el norte de Marruecos y que recibiría un entrenamiento específico para adaptarse a las duras condiciones del territorio.

Los objetivos de esta unidad, hoy casi centenaria, estaban claros: darse de fusilazos contra los marroquíes en el norte de África con valentía y arrojo y, a su vez, convertirse en una fuerza de choque que combatiera siempre en primera línea -el lugar de mayor riesgo en cualquier batalla-. Sin embargo, lo que no se sabía por entonces es que, con la creación de este grupo operativo, se acababa de poner el germen de lo que, en un futuro no muy lejano, sería la Legión española .

Una canción de cabaret

Una vez establecida la Legión (allá por 1920 aproximadamente) se eligió como su comandante a José Millán-Astray, quien intentó darle un barniz especial a la unidad. Concretamente, el oficial español pretendía convertir a los legionarios en unos aguerridos soldados que carecieran de miedo a la muerte. Quería, por lo tanto, crear un combatiente al que fallecer por España le causara regocijo y honor. En esas andaba la nueva cabeza pensante de la Legión cuando, sin querer, tropezó un día con una emotiva canción en un café cantante cuya letra le cautivó. Era «El novio de la muerte», una música que ensalzaba y restaba importancia al hecho mismo de dejar este mundo.

«El “Novio de la Muerte” era un charlestone (un baile de moda de los años 20) que solía ser cantado por Lola Montes. Pero resulta que esta artista, que interpretaba esta canción en los cafés y cabarets de Madrid y África, fue escuchada un día por Millán Astray en Melilla. Al líder de la Legión le pareció una canción preciosa con una letra maravillosa . Se quedó tan impresionado que pidió que le hicieran una transcripción para cambiarle el ritmo y adaptar la música al ámbito militar y, finalmente, la utilizó para la Legión», explica, en declaraciones a ABC, Antonio Mena Calvo , Comandante de Infantería (RT), Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y Profesor Honorario de Historia y Estética de la Música Marcia del Instituto de Historia y Cultura Militar.

La letra, como bien señala Mena, fue perfecta para Millán-Astray, pues resumía la filosofía que él trataba de trasmitir a sus legionarios: «Cada uno de los himnos de la legión representa una cosa distinta. Este se refiere al hecho trascendente de la muerte. Hace referencia a que el legionario debe ensalzar la muerte, no tenerle miedo. Transmite, en definitiva, que fallecer no es más que un acto de servicio. Esto es una tradición en el ejército europeo, donde en los uniformes se suelen hacer referencias a la muerte para que el soldado no se acongoje ante ella y siente que, en el caso de fallecer, lo hace por la patria y unos ideales. Es decir, que no lo hace de forma baldía y sin sentido».

A su vez, el Comandante de Infantería destaca que lo sucedido con «El novio de la muerte» no es algo extraño, sino que es un habitual a lo largo de la Historia de la música militar española e internacional: «Gran parte de las obras militares más representativas y más emblemáticas de la música militar española no son militares en su origen, sino que provienen de zarzuelas, revistas, canciones populares o del mundo del espectáculo . Un ejemplo es “Los voluntarios”, que proviene de una zarzuela. En el resto del mundo también ha sucedido con canciones como el “ Gaudeamus Igitur ” -que era una canción de taberna cantado por los universitarios- o la « Marsellesa », que en su origen era el canto de guerra del Ejército del Rin, que terminó convirtiéndose en un himno revolucionario».

Una metamorfosis

Años después, y en contra de lo que pudiera parecer, el «Novio de la muerte» no se quedó estancado una vez que Millán-Astray lo adaptó para su recién creada Legión, sino que continuó transformándose en una marcha procesional. Concretamente, la que es en la actualidad una de las canciones más representativas de este cuerpo, fue desde una marcha militar hasta en una canción de procesión muy usada en Semana Santa.

«El novio de la muerte» ha ido metamorfoseándose. Primero nació como una canción ligera que se interpretaba en los cafés cantantes, lugares en los que había pequeñas orquestas para escuchar música mientras tomabas un trago. Después se convirtió en una marcha militar de ritmo legionario -160 pasos por minuto-. Luego dio el salto y se convirtió en una marcha procesional lenta para el Cristo de Mena. Finalmente, llegó a ser el himno de los caídos de la Legión. Es curioso que algo que nació como una cancioncilla haya acabado convirtiéndose en lo que se ha convertido», completa Mena.

Un militar que da mucho la nota

A sus casi ochenta años de edad, el comandante retirado Antonio Mena Calvo habla de la música militar con un brillo en los ojos similar al que tienen los adolescentes cuando un tema les apasiona. Y es que, a pesar de haber comenzado su andadura en el mundo musical cuando apenas contaba una decena de veranos a sus espaldas, el tiempo no ha reducido su pasión por la que, desde siempre, ha sido su verdadera vocación. Por el contrario, la experiencia le ha ayudado a acumular conocimientos y le ha convertido en uno de los mayores expertos en su campo.

En la actualidad, el mundo de las notas hace que Mena no tenga ni un minuto de respiro, pues organiza desde conciertos de música militar hasta seminarios sobre el mismo tema, todo ello salpicado por los continuos artículos (más de dos centenares hasta la fecha) que publica en varias revistas temáticas. Sin embargo, si hay algo que entusiasma a este oficial retirado es poder compartir su conocimiento con el resto del mundo, algo que provocó que, hace nada menos que 22 años, creara los cursos de historia y estética de la música marcial», los cuales se impartirán en su XIX edición en apenas .

Militar, experto en música… ¿Cuál es el trabajo de Antonio Mena?

Bueno, yo soy muchas cosas. He sido hasta hace poco, y durante veinte años, el Presidente de la Sección de Música de la Asociación de Amigos de los Museos Militares, el director de «La Retreta de Madrid» durante quince años, vicepresidente de la Asociación de Militares Españoles (AME) y, además, he ejercicio la profesión de graduado social. Después de mi vida militar, una vez jubilado, me he dedicado a lo que más me gusta: la música, lo único para lo que siempre he tenido vocación. Actualmente organizo conciertos sobre música militar, conferencias, imparto el curso de «Curso de Historia y Estética de la Música Marcial» –del que soy fundador- y escribo en siete revistas.

¿Cómo nace su vocación por la música?

Esto lo suelo explicar con una anécdota. Yo cuando era chiquitito vivía en Toledo, en la calle principal, y por entonces –en los años de la guerra- todos los días pasaban por allí las tropas desfilando. Como yo era un bebé, mi madre me dejaba solo cuando salía a ver marchar a los soldados, y resulta que, en varias ocasiones, me encontró intentando salir de la cuna para acercarme a la ventana a escuchar las cornetas y los tambores. Es decir, que me viene desde pequeño. Después tuve la suerte de que mi padre me llevó muchas veces, desde niño, a conciertos de música militar. Además, mi padre –que era director de música militar- daba clase de muchos instrumentos en casa cuando yo tenía 10 años y al final me terminé aficionando y empecé a cantar en un coro. Me uní al ejército a los 16 años porque era una de las pocas salidas que podía tener con mi nivel de estudios. Después fui escalando y hasta hoy.

¿Cuál es el origen de la música militar?

Los toques de ordenanza, es decir, el conjunto de señales acústicas convencionales que sirven para transmitir las órdenes de mando a la tropa durante el combate y regular los actos diarios de la vida del soldado desde que se levanta hasta que se acuesta. Se usaban por ejemplo para decir que venía el enemigo, que había que avanzar etc. Desde el primer momento en que los hombres se relacionan y se enfrentan nacen estos toques y, por lo tanto, la música militar. Los primeros instrumentos que se utilizaron fueron los cuernos de animales, las caracolas marinas… Cualquier cosa que sirviera para dar un aviso. Por el contrario, el concepto moderno que tenemos de la música militar no nace hasta el SXV, cuando se organizan los ejércitos. La música, en definitiva, es algo de capital importancia para el ámbito castrense, porque facilita las acciones durante la batalla y ayudó, por ejemplo, al Imperio Romano en sus conquistas.

¿Cómo se le ocurrió crear un curso relacionado con la música marcial?

Bueno, como he sido un enamorado toda mi vida de la música militar, tras moverme mucho logré crear la «Sección de Música de la Asociación de Amigos de los Museos Militares» y a partir de ese momento ya comencé a dar conferencias y organizar conciertos temáticos y monográficos –por ejemplo la música militar en la Guerra de la Independencia o la de los Tercios de Flandes-. Con estos actos vimos que existía la creencia generalizada de que este tipo de música sólo se hace con golpes de tambor, y eso es algo erróneo, porque todos los grandes compositores -Beethoven, Mozart, Haydn…- han hecho música militar. Así que pensamos que había que enseñar a la gente lo que es la música militar, y la única forma de enseñar a la gente es con clases, ni más ni menos. Por eso organicé en el año 1991 el primer seminario de introducción a la música militar, el cual dimos en la sede del Museo del Ejército. Después gustó y nos propusieron sacarlo a través del Servicio Histórico Militar. A partir de ese momento todo fueron facilidades y lo fuimos reeditando y perfeccionando año tras año, de hecho, empezamos impartiéndolo con cintas de casete y ahora lo hacemos con ordenador y el constante apoyo de imágenes. En la actualidad los asistentes escuchan más de 200 composiciones y damos un CD con un dossier con cientos de páginas de apoyo e información y todas las obras que escuchamos durante el curso.

¿Qué se trata de forma concreta en el ciclo?

El curso empieza con la música en la antigüedad, que se remonta al paleolítico superior, y unas pinceladas la música en Asiria y Sumeria. Luego nos metemos con la música en Grecia y Roma (donde ya tenían sus bandas de música militar), y ya pasamos a Europa, que abarca desde «Los Cantares de Gesta» hasta las canciones monódicas de armas pasando por los romances. Después de ello pasamos a la música que se tocaba en las justas y los torneos (lo que se llama la música heráldica). Desde ahí viajamos al Renacimiento y el SXV –época en la que nace la música militar como tal, pues cuando empiezan a crearse los ejércitos- y de ahí a la música moderna. A la vez estudiamos los instrumentos que se usan en este tipo de música, su historia, sus características y su estructura y, como no podía ser de otra forma, los diferentes géneros –la de ordenanza, la música militar religiosa a lo largo de la historia (ligada íntimamente al ejército)… En fin, una lista larguísima-. También pasamos por la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué le diría a alguien para que se apuntara al curso?

Le diría que haga el curso por muchas razones. La primera es que se le va a abrir una puerta a un mundo cada vez más desconocido –el de la música militar- debido a que no abundan los desfiles o actos en los que se pueda escuchar música de este tipo (la televisión, por ejemplo, sólo saca música militar a las ocho de la mañana los sábados). Luego se lo aconsejaría porque te ayuda a conocer los diferentes géneros de música militar, que son muchos debido a que casi todos los géneros existentes tiene uno equivalente en el mundo militar.

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