HAENDEL EN EL CARLOS V
CLÁSICA
Festival de Granada
«Aci, Galatea e Polifemo» de G. F. Haendel. S. Piau (Soprano), L. Nauouri (Barítono) y D. Haidan (Mezzo). Le Concert d´ Astrée (Directoria y Clave: E. Haim). Lugar: Palacio de Carlos V. Granada. 25-06-03.
Fruto de un encargo recibido cuando su estancia en Italia, Georg Friedrich Haendel, escribe con rapidez su clasificada como Serenata a tres, «Aci, Galatea o Polifemo», conjunto de arias, dúos, tríos y correspondientes recitativos que, apuntando directamente hacia la ópera, con tanto momento bello e interesante de la mano haendeliana, apenas es conocida y que el Festival granadino pueda apuntarse como dato de evidentísimo interés. La orquesta ya posee un valor per se (anotemos que se estrena en 1708), y la necesaria disposición de tres voces para sus personajes a los que el título alude, tratadas con una libertad pasmosa (sobre todo la del bajo), pudimos situarnos ante un ejemplo teatral de incuestionable merecimiento en la noche del miércoles, en uno de los lugares más «memorables»: el Palacio de Carlos V, esta vez atestado por su público tan numeroso como ejemplar.
Le Concert d´Astrée, conjunto especializado en el barroco y creado recientemente todavía por Emmanuelle Haim (directora de divertida gesticulación, logrando eficaces resultados expresivos más que técnicos y, destacada sobre todo por sus dedos ágiles y seguros como clavecinista), acaba de registrar la obra, lo que se denota por la seguridad general aplaudida en esta actuación. Muy festejado el grupo francés, sus compatriotas, la soprano, Sandrine Piau («Aci» brillante), el barítono-bajo Laurent Naouri («Polifemo» potente) y «mezzo» Delphine Haidan («Galatea» dulce e irreprochable), no importándoles mucho la precisión interválica, excepción de la hecha Haidan, vistieron unos personajes de terrible interpretación, algo que no es precisamente característica de una manera haendeliana. No, francamente no, a esa costumbre generalizada, como se ve a niveles e internacionalidad: una directora, con un vestido elegantísimo, seguida en el «brindis» por los solistas, que, de espaldas al público la primera y frente a sus oyentes el trío, no pueden beber sendas botellitas sin importarles nada cuanto desciende de su papel dentro del espectáculo, que también forma parte, y de qué manera, su actuación... Hacía calor, pero a nadie más se le ocurrió «colaborar» con ellos en tan antiestética manera. En la historia del concierto no se hizo nunca...Y menos en un Festival de la importancia como el de Granada...
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