Adelgazar con ayuda de impuestos
Para financiar la reforma sanitaria auspiciada por la Administración Obama y luchar contra su grave epidemia de obesidad, Estados Unidos se plantea aumentar la presión fiscal sobre la «comida-basura», empezando por los refrescos
No hay duda de que los impuestos adelgazan la cartera. Pero en Estados Unidos, la cuestión del momento es si la presión fiscal puede servir como herramienta para combatir la epidemia de obesidad y financiar la reforma sanitaria auspiciada por el presidente Obama. Ese burbujeante debate se centra en un gravamen oneroso sobre los refrescos . Pero tampoco faltan propuestas para hacer más costosa toda la «comida-basura».
El propio Obama ha indicado que subir los impuestos de los refrescos es una opción que merece ser explorada pero sin dejar de reconocer las dificultades para su aplicación. Los defensores de esta medida argumentan que la presión fiscal podría ser el arma más efectiva contra la obesidad y sobrepeso que afecta a dos tercios de la población de Estados Unidos , con el consiguiente impacto oneroso de por lo menos más de 100.000 millones de dólares al año en la factura sanitaria. Uno de sus grandes argumentos es el precedente de los impuestos especiales sobre el tabaco y la consiguiente reducción del consumo de cigarrillos en el país del «hombre Marlboro».
12 centavos más por lata
Esta semana, algunos de los ideólogos de esta medida para gravar el consumo de calorías han publicado sus cuentas en el «New England Journal of Medicine». Con una propuesta de incrementar la fiscalidad de los refrescos en un centavo por cada onza (es decir, 12 centavos sobre una lata que puede costar un dólar). Esto supondría una recaudación de casi 15.000 millones de dólares en el primer año. Además, el estudio anticipa significativos beneficios de salud con un menor consumo y un moderado adelgazamiento de casi un kilo de media para cada bebedor habitual de refrescos .
Por supuesto, la industria de los refrescos en Estados Unidos rechaza con vehemencia que sus productos sean responsables del aumento de la obesidad y desmiente que un impuesto vaya a mejorar la salud nacional. Si la tasa fuera aprobada, un botellón de dos litros sufriría un aumento de precio del 50 % y un 45 % para cada paquete de doce latas.
A juicio de Muhtar Kent, máximo responsable ejecutivo de Coca-Cola, «nunca he visto que funcionase el que un gobierno diga a la gente lo que tiene que comer y lo que tiene que beber. Si eso funcionase, la Unión Soviética todavía existiría». Desde junio, las empresas del sector vienen coordinando su oposición a través de una alianza llamada Americanos contra Impuestos en la Comida, con todo un multimillonario despliegue de anuncios de protesta.
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