SALUD
El nutricionista Antonio Escribano habla alto y claro sobre el valor del producto andaluz: «No sabemos darle el valor que tiene»
El doctor lleva años insistiendo en la importancia de una alimentación basada en productos naturales, de temporada y, siempre que se pueda, de proximidad
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Sevilla
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Iniciar sesiónEn un momento en el que se habla cada vez más de sostenibilidad, salud y cercanía en la alimentación, a menudo olvidamos mirar hacia lo que tenemos más cerca. Y es que Andalucía, con su inmensa riqueza agrícola y gastronómica, produce algunos de los ... alimentos más saludables y valorados del mundo. Sin embargo, no siempre somos conscientes de lo que eso significa.
Así lo recordó recientemente el doctor Antonio Escribano en el programa 'Salud al día', de Canal Sur, presentado por Roberto Sánchez. Médico, nutricionista y divulgador, Escribano lleva años insistiendo en la importancia de una alimentación basada en productos naturales, de temporada y, a ser posible, de proximidad. En esta ocasión, lo hizo con un mensaje especialmente claro: «No sabemos darle a eso el valor que tiene».
El tomate como símbolo de salud
Durante la entrevista, en una mesa repleta de alimentos andaluces —tomates, berenjenas, melva, garbanzos, fresas, aceite de oliva…— el doctor se detuvo en un alimento aparentemente simple, pero de gran valor: el tomate.
«Del tomate, ¿qué vamos a decir? El tomate vino de América. Nosotros llevamos comiendo tomates desde hace 500 años y se ha metido dentro de la familia», explicaba. Y añadía una de sus propiedades más importantes: «Eso tiene licopeno, el licopeno es un antioxidante, un anticancerígeno de cáncer de próstata en concreto. Pelado y metido en la dosis diaria de nuestra alimentación, fantástico».
Además, recalcó que sus beneficios aumentan cuando se acompaña de aceite de oliva: «Sobre todo con aceite de oliva, porque suma, suma. Se potencia uno con otro». También aconsejó cómo pelarlo correctamente para no perder nutrientes: «La mejor forma de quitarle la piel es el baño maría. Queda mucho mejor que cuando se pela, porque al pelarlo nos llevamos la parte de la corteza».
Una joya que se produce aquí… y que no se valora
El tomate le sirvió para introducir una reflexión más amplia sobre nuestra relación con los productos del campo: «Un tomatito con aceite de oliva o bien machacadito, o bien simplemente triturado y meterlo en otro tipo de cosas, ahí está. Un alimento excepcional. Aquí los tenemos perfectamente. Si es que es la joya».
Y lanzó una reflexión importante: «Lo producimos nosotros. Países industrializados, países muy sofisticados… todo lo que tú quieras, pero eso es de aquí. No sabemos darle a eso el valor que tiene. Para eso estamos nosotros también aquí, para decir que eso tiene un valor enorme y tiene mucho valor la gente que nos lo pone ahí».
El doctor también expresó su preocupación por el desconocimiento que existe, especialmente entre los más jóvenes, sobre el origen real de los alimentos: «Es que hay niños que creen que las naranjas salen de la despensa del supermercado. Creen que una naranja está ahí. Se sorprenden de ver un naranjo. Eso no puede ser».
Y lo conectó con una idea fundamental: la necesidad de volver a valorar lo esencial. «Nosotros hemos sido todos agricultores, hemos sido ganaderos y si tuviéramos que volver a la selva, ¿cómo sabríamos sobrevivir? Tendríamos que aprender todo este tipo de cosas y además, sobre todo, agradecerlo».
Un homenaje a quienes nunca pararon
A continuación, Escribano recordó la etapa más dura de la pandemia: «Cuando fue el COVID, que ojalá no vuelvan cosas como esas, ¿dónde iba la gente? A los médicos y al supermercado. ¿Iba la gente a comprar cortinas, o iba la gente a comprar muebles? No, no».
Y reivindicó el papel de quienes hicieron posible que nunca faltara alimento: «Ya se ha olvidado al ganadero que no paró, al agricultor que no paró, al transportista que no paró, a la cajera, al cajero y al reponedor del supermercado que no paró. Bueno, ¿eso cuánto vale? ¿eso cuánto vale?».
Y es que, como bien resume el doctor Antonio Escribano, detrás de cada alimento que ponemos en la mesa hay una historia, un esfuerzo y un valor que muchas veces olvidamos. Valorar lo nuestro, comer con conciencia y ser agradecidos es, quizás, el primer paso hacia una alimentación verdaderamente saludable.
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