CUANDO EL QUE AVISA PUEDE SER TRAIDOR
Dos compañías aéreas europeas, British Airwais y Air France, suspendieron ayer cinco de sus vuelos para hoy y mañana con destino a Washington, Los Ángeles y Miami después de que el Gobierno de Estados Unidos advirtiera de la posibilidad de que sean objeto de atentados terroristas. Hay que confiar en que las fuentes de los servicios de inteligencia estadounidense estén en posesión de información fidedigna y puedan poner en marcha el dispositivo policial internacional que permita abortar los planes terroristas con la identificación y detención de los inspiradores. Porque si no poseen una información razonablemente veraz que justifique la toma de precauciones ante riesgos reales estaríamos en presencia de una gravísima manipulación, una maniobra de largo alcance que trataría de proteger los intereses de esos servicios ante cualquier eventualidad, una inmunda venta a los ciudadanos de su eficacia humana y tecnológica para proteger la seguridad aérea mundial tras el monumental fallo del once de septiembre de 2001. Y eso sería tanto como poner la estrategia del miedo al servicio no de la seguridad nacional sino del partido político en el poder que decide el presupuesto y los nombramientos en materia de inteligencia.
Pero es que, además, las advertencias a las compañías aéreas europeas podrían formar parte, de paso, de un ardid comercial contra los fabricantes europeos de aviones comerciales. Porque desde hace tres años, los pedidos de Airbus superan a los Boeing. El consorcio europeo entregó el año pasado 305 aparatos en todo el mundo frente a los 281 de la empresa estadounidense. Ojalá no sea así y los avisadores de peligros estén cumpliendo honradamente su misión. Porque, en el indemostrable caso contrario, y traicionando todos los códigos éticos y políticos, se habrían constituido, en un superpoder mundial al manejar el miedo como un arma de destrucción masiva.
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