Un panadero de pueblo me enseñó cómo conservar el pan crujiente durante días en verano

La clave está en la conservación del pan, en cómo lo guardamos. En lugar de almacenarlo en bolsas de plástico o en recipientes herméticos, lo mejor es mantenerlo a temperatura ambiente, envuelto en un paño de algodón limpio o guardado en una bolsa de papel.

Esta forma de almacenamiento permite que el pan respire sin perder su humedad, lo que es esencial para mantener la corteza crujiente. Tanto la bolsa de papel como el paño de algodón ayudan a regular la temperatura y la humedad, evitando que el pan se reblandezca por el vapor acumulado.

A diferencia de las bolsas de plástico, que retienen el calor y la humedad, lo que hace que el pan se reblandezca rápidamente, el paño de algodón permite una circulación de aire adecuada.

Esto previene que el pan se sature de humedad, pero sin dejar que se seque. Así, el pan mantiene su textura crujiente en el exterior y esponjosa por dentro durante varios días.

Esto es particularmente útil en los días calurosos de verano, cuando el pan puede descomponerse más rápido si no se guarda de manera adecuada.

Además, la bolsa de papel es también una buena opción para quienes no tengan paños de algodón a mano. La bolsa de papel también permite que el pan respire, aunque en menor medida que el paño.

Si necesitas que el pan se conserve en buenas condiciones durante más tiempo, puedes congelarlo. Para ello, corta el pan en rebanadas antes de congelarlo, de modo que puedas sacar sólo lo que necesites y evitar que se quede en el congelador mucho tiempo.

A la hora de descongelar el pan, simplemente ponlo en el horno durante unos minutos para que recupere su crujiente exterior. ¡Es como recién hecho!

El pan siempre fresco, incluso en verano

Este sencillo truco, que aprendí de un panadero de pueblo, asegura que el pan se conserve fresco y crujiente durante días, incluso cuando hace calor, tanto si lo has comprado en la panadería como si te has puesto a hacer pan en casa. Así que, di adiós al pan blando y gomoso al día siguiente. Con este método, el pan conserva su sabor y textura perfectos.

Y cuando ya se ponga duro, ¡no lo tires! Puedes hacer recetas con pan duro para reutilizarlo.